PIRINEO DE TODOS.
El Pirineo ha sido utilizado durante dédacas por las clases dirigentes de este país como una fuente inagotable y barata de recursos.
La rápida industrialización de los 60 requería, a groso modo, de energía eléctrica procedente de la construcción de innumerables saltos de agua y embalses, así como de pantanos para regar los baldíos de la tierra llana que el estado pobló de colonos para evitar así una reforma agraria a la que se negaban los latifundistas.
Buena muestra de esta planificación salvaje son las conclusiones a las que llegó J.F. Alcover en un estudio demográfico realizado en 1961 para el Ministerio de Trabajo y donde aconsejaba que de los 50.000 agricultores de la provincia de Huesca había que «deslocalizar» a 21.000.
Hoy estas elites económico-políticas vuelven sus ojos hacia la montaña. Si un día vaciaron este entorno rural privilegiado, ahora pretenden urbanizarlo. Llenarlo de chalets, apartamentos y supermercados, continuando así con el modelo de esquilmación irreversible practicado en el litoral mediterráneo.
Durante los últimos años estas montañas han recibido diversos reconocimientos y grados de protección a sus ecosistemas únicos (reserva de la biosfera, parque nacional, parque natural, lugares de interés comunitario, zonas especiales de proetección de aves…)
Para saltarse a la toreara e3stos obstáculos se crea Aramón, un holding participado al 50% por le Gobierno de Aragón (que legitima todos los estudios de impacto ambiental) e Ibercaja (principal entidad financiera de Aragón).
La ampliación de las pistas de esquí (o la amenaza de su cierre) son las coartadas que utiliza Aramón para urbanizar parajes naturales. Estas «inversiones» realizadas con dinero público se llevan a cabo siempre que el ayuntamiento ceda 30 hectáreas de terreno rústico luego recalificadas para beneficio de las promotoras, constructoras y financieras (Ibercaja) del holding.
Espelunciecha, en Formigal, es la punta de lanza tras la cual se esconden otros proyectos similares: Castanesa, Gistain, Javalambre… una verdadera invasión de las montañas.
En otros lugares del Pirineo, y más dañinos si cabe, son los campos de golf el gancho utilizado para urbanizar. Uno de4 estos campos consume 500 millones de litros de agua al año, equivalente al consumo anual de una población de 13.000 habitantes. Sólo en el Alto Gállego están proyectados o ejecutándose seis, con sus 5.000 apartamentos (mientras muchos pueblos del Alto Aragón sufren restricciones en el suministro de agua).
Sobrarbe no escapa a esta sinrazón, en Laspuña encontramos la última estrategia de la especulación par comprar un pueblo (táctica calcada por otra parte de los procedimientos utilizados durante la dictadura franquista para desertizar valles enteros del Pirineo):
Tres señores acuden al pueblo ofreciendo una cantidad de dinero por metro cuadrado de terreno, 12 euros (en Cataluña la puja está en 30 euros/metro). Este cóctel incluye la bendición de la administración local, la urgencia (es una oportunidad única, no hay que dar tiempo a pensar, ni a debatir, ni a asesorarse…). Se firman unos contratos más «ventajosos» con los más allegados. El que firma recibe 600 euros. Sembrada la divisón, la incertidumbre y sin saber realmente quién es la empresa que está detrás de esta compra solo resta hacer unas llamadas de «advertencia» a los díscolos.
La empresa que utiliza estos procedimientos estratégicos es NOZAR, propiedad de los hermanos Nozaleda, dueños entre otras empresas de bodegas Enate, Aguas de Panticosa SA, Panticosa Resort (antiguo balneario hoy arrasado por este capitalismo especulativo). Participa en la sociedad Pirenarium de Sabiñánigo. No lejos de allí, en Latas, construye el hotel y campo de golf Las Margas que lleva «asociadas» 2.200 viviendas.
La filosofía de este «desarrollo» la expresan sin rubor los propietarios de NOZAR: «nosotros queremos crecer tanto como podamos; una empresa que no crece muere», «la expectativa es volver a doblar la producción en cinco años más». El gobierno de Aragón en reconocimiento a tantos desvelos ha concedido la medalla al mérito turístico a los hermanos Nozaleda.
Disfrutamos hoy de estos parajes de montaña llegados hasta nosotros fruto del esfuerzo de muchas generaciones, cuyos modos tradicionales de vida están siendo eliminados. Urbanizarlos significa su destrucción irreversible transformándolos en espacios privados para aquellos privilegiados que puedan pagar los 6.000 euros que cuesta el metro cuadrado en Formigal, por ejemplo.
Nos preguntamos por qué el gobierno de Aragón en lugar de financiar y promover estos negocios puramente especulativos no impulsa con ese dinero de todos otros proyectos verdaderamente beneficiosos para la sociedad en su conjunto. Sorprende mucho que el Alto Aragón, el territorio con más pastos del país, no posea en el mercado quesos y otros derivados lácteos, por no hablar de la industria transformadora de estos productos que, además de conservar el medio, sí fijaría población y daría una forma de vida digna, cosa que no ocurre con el trabajo que promocionan las pistas de esquí y el sector turístico en general, donde el trabajo es temporal y precario.
La coexistencia equilibrada del sector agrícola y turístico lo encontramos en Francia. Allí se ha evitado la despoblación, ruina y destrucción de muchos pueblos, que aquí se ha producido: la comarca de Sobrarbe cuenta con 125 núcleos deshabitados. Esto se ha conseguido mediante el respeto al medio ambiente, la no estrangulación de sus modos de vida y la dotación de servicios esenciales para la comunidad: luz, agua, médicos, maestros, vías de acceso…
Por todo ello abogamos por la recuperación social de los pueblos deshabitados. Que se respete la decisión popular de los núcleos afectados por grandes infraestructuras (líneas de alta tensión, pantanos, carreteras…). Fin de la política urbanística especulativa. Recuperación y respeto de los ecosistemas autóctonos, así como favorecer el establecimiento de industrias de transformación de los productos de la montaña.
TODOS SOMOS RESPONSABLES DE LA PRESERVACIÓN DE LA VIDA DE LAS MONTAÑAS.
SÓLO LA CONCIENCIACIÓN Y SOLIDARIDAD HARÁN POSIBLE QUE EL PIRINEO SEA UN BIEN DE TODOS Y NO SÓLO DE LOS QUE TENGAN DINERO PARA COMPRARLO.