El pasado domingo la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón se concentró, un año más, en el paso del Portalet para solicitar la protección de bellos valles pirenaicos en peligro como son Canal Roya o Castanesa, y para reivindicar la creación de un gran Parque Internacional de los Pirineos.
Esta movilización ecologista entronca con diversas voces e inquietudes de la sociedad española y aragonesa que abogan por ampliar la superficie protegida de nuestro más importante espacio natural protegido, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Una de estas opiniones autorizadas es la del Catedrático de Geografía Física de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Eduardo Martínez de Pisón, Premio Nacional de Medio Ambiente y verdadera eminencia en lo que al estudio y conservación de los paisajes de alta montaña se refiere. Martínez de Pisón recogió en el año 2002 el encargo del Organismo Autónomo Parques Nacionales -dependiente del Ministerio de Medio Ambiente- de hacer un informe a modo de consideración geográfica sobre la conveniencia de ampliar la actual superficie del único parque nacional aragonés, con 15.608 hectáreas en la actualidad. Ahora, su trabajo y sus conclusiones han sido recogidas en un artículo científico publicado en la prestigiosa revista de Geografía ‘Ería’ de la Universidad de Oviedo.
En dicho artículo, Eduardo Martínez de Pisón expone el análisis del proceso seguido en el incremento superficial de este parque nacional desde su creación en 1918 a hoy, y el de su inserción en el conjunto morfohidrogeográfico y paisajístico al que pertenece. Para posteriormente proponer, según tales pautas, un orden concreto de ampliación como agrupación compacta de unidades paisajísticas complementarias.
Así el trabajo desempeñado por el geógrafo analiza tres grados de ampliación. El geógrafo expone que «un ensanchamiento del parque actual puede tener tres niveles: menor, suficiente y óptimo. La ampliación menor supondría la rectificación de los límites actuales con el fin de mejorar sus componentes territoriales y los trazados de sus perfiles. La ampliación suficiente requiere una expansión razonable que transforme y equilibre su superficie en una cifra de entidad asimilable o al menos comparable a algunos de los otros parques nacionales españoles peninsulares. Y el nivel óptimo consistiría, finalmente, en un recubrimiento más generalizado del alto Pirineo que englobará todo el conjunto valioso de cumbres y altos valles, opción que, aunque geográficamente justificable, requeriría una generosidad territorial por ahora no perfectible».
El catedrático Martínez de Pisón efectúa en su análisis varios exámenes científicos: hidrogeográficos, morfoorográficos, de mosaico de paisajes? para así llegar a la conclusión de que debería de haber un núcleo fundamental a proteger, el terreno que media entre las cuencas altas del río Gállego y del valle de Barrosa, con el límite meridional derivado de los emplazamientos de poblamientos humanos, alcanzando un parque mayor de unas 63.300 hectáreas, acorde en superficie con la superficie protegida que hay en el resto de parques nacionales de montaña de España, y situados fuera de los Pirineos: Picos de Europa -con 64.660 ha- y Sierra Nevada -86.208 ha-. «Aparte de lo que exige por representatividad su emplazamiento en una cordillera lineal, de la entidad volumétrica que tienen los Pirineos, con obvios valores y notoria diversificación», añade este estudioso de los relieves de montaña.
De esta manera se obtendría un conjunto de unidades de paisaje, un auténtico mosaico de la naturaleza pirenaica claramente merecedor de ser un parque nacional bien integrado, propio de una cordillera compuesta, y que merece tal rango de protección para disipar las amenazas de transformaciones negativas que se ciernen sobre el Pirineo.
El informe de Eduardo Martínez de Pisón, hasta ahora inédito, fue entregado en 2002 al Ministerio de Medio Ambiente y no se plasmó luego en ninguna acción concreta de extensión superficial del Parque Nacional. «Pasados ocho años sin que tal necesidad de ampliación se haya disipado, me ha parecido conveniente revisar aquel escrito, resumirlo y actualizarlo con las necesarias reconsideraciones», concluye el conocido geógrafo de la UAM.