Poderosa razón

Poderosa razón

En las II Jornadas en Defensa de las Montañas que se vienen celebrando estos días, geógrafos, montañeros, ecólogos, vecinos y periodistas hemos desfilado por las mesas redondas organizadas para clamar contra el atropello que sufre el indefenso Pirineo, explicar su sinrazón, definir su coste paisajístico y medioambiental (en realidad un absurdo e imbécil despilfarro) y aclarar cuáles son las causas de tal desatino (causas que se sintetizan en dos: la ignorancia y la codicia). Un servidor que intervino el otro día, quiso dar un paso más y plantear una perentoria cuestión.

¿Por qué el debate sobre lo que está pasando en el Pirineo no se ha generalizado en Aragón?

¿Por qué el Gobierno aragonés no quiere entrar en el tema, incumple su compromiso de preparar y aprobar una Ley de la Montaña e incluso ha ignorado una iniciativa popular legislativa que le llegó avalada por miles de firmas?

¿Por qué siendo éste un asunto de capital importancia estratégica y de gran impacto sólo se habla de él a iniciativa de las organizaciones ecologistas?

¿Por qué la muy chapucera ampliación de Formigal y el masivo vertido de sus escombros en el nacimiento del Gállego ha sido casi silenciada por algunos medios de referencia?

¿Por qué las montañas han sido dejadas en manos de una empresa semipública (Aramón, participada a medias por la DGA e Ibercaja) que actúa con una especie de carta blanca administrativa y no tiene que dar cuenta ni a las Cortes ni a nadie?

¿Por qué tragamos?

¿Por qué la invasión inmobiliaria de los verdes valles es tratada como un tema menor?

¿Por qué las constantes irregularidades recalificadoras de determinados ayuntamientos son tan bien disimuladas?

¿Por qué la urbanización del Pirineo no es tratada como un asunto crucial?

Pues porque en esta comunidad se ha intensificado poco a poco el control político, social y mediático hasta alcanzar niveles tardofranquistas, y en semejante ambiente todos sabemos que, por si acaso es mejor no menear demasiado ciertas cuestiones ni vulnerar ciertos intereses.

Poderosa razón

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *