Dos personas amantes de la montaña han subido a la cima del Anayet y han estado allí acampando nueve días.
Su objetivo era denunciar la sinrazón de la política medioambiental del Gobierno de Aragón, al que no parece importarle lo que les sucede a nuestras montañas; en muchos casos es partícipe de los daños que las infieren.
Las montañas no pueden defenderse de los embates de ese mal llamado progreso que consiste en hacer más y más estaciones de esquí, urbanizaciones o campos de golf.
Se construyen carreteras hasta las mismas cimas, so pretexto de llevar a los esquiadores con el menor esfuerzo posible. Se gastan ingentes cantidades de agua para los cañones de nieve.
Ante tanta agresión, todos deberíamos preguntarnos si vale la pena acabar con algo que en definitiva nos pertenece a todos por unos beneficios económicos que irán a parar a unos pocos, dejándonos a los demás huérfanos de uno de los lugares más amados por los aragoneses.