Los valles con pistas de esquí duplican su tasa de natalidad

También que las zonas con estaciones multiplican por cuatro su densidad de población. Por ello desde esta agrupación de municipios se pretende que el Gobierno ponga en marcha un plan de acción, que a partir de un mapa de situación, permita equilibrar los beneficios que implica la actividad del sector servicios.

El programa de acción y el mapa de situación figuran entre las conclusiones de la mesa de la Montaña, que serán remitidas al Gobierno de Aragón y a las Cortes. Adelpa propone que se combine la protección medioambiental de territorio con el desarrollo turístico que generan las pistas de esquí. Porque lo datos son los que son. En las cabeceras de los valles sin turismo, como Montanuy o Bonansa, la padrón de personal por kilómetro cuadrado es de 2,36, mientras que en las que tienen estaciones cercanas, como Benasque, la cifra se sitúa en 10,80. «Esto demuestra que la nieve no es una actividad más. Tiene una gran capacidad de arrastre en los municipios», indicó el vicepresidente de la asociación, José Luis Sánchez.

El esquí conlleva también cambios socioeconómicos. Así, mientras en Bonansa la agricultura y la ganadería suponen el 41,43% de la actividad, en el valle del Aragón apenas supone el 0,61%. Por contra, en este último caso, la hostelería tiene un peso del 34,35% y las actividades recreativas del 29,44%. Además la riqueza que genera es bien diferente. Según los datos, Ordesa recibe al año 600.000 visitantes, que apenas dejan unos euros por persona. Sallent alcanza los 800.000, la mayoría esquiadores, que gastan una media de 95 euros cada uno.

Adelpa propone que se hagan estudios focalizados en los valles para así fijar las zonas con más despoblación y a partir de ahí actuar. «La unión entre pistas de esquí resultaría beneficioso, pero también entendemos que hay que declarar la ganadería de montaña como altamente protegida», explicó Sánchez.

Es decir, las propuestas que se hagan deben tender a llevar el desarrollo que entraña el esquí a más valles. Pero sin desdeñar la protección medioambiental y de las formas de subsistencia tradicionales. «Una cosa no quita la otra», dijo.

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