Los principales grupos ecologistas de Aragón le han declarado la guerra al consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné. Ayer iniciaron una campaña para pedir su dimisión e instar al presidente de la DGA, Marcelino Iglesias, a articular un departamento «con una decidida política por la sostenibilidad ambiental». Le recomendaron un perfil: «una persona honesta de reputado prestigio social», «sensible y cercano a los movimientos sociales de defensa del medio ambiente» y «que represente los intereses ambientales y no otros».
A la iniciativa, acordada el martes en una asamblea, se han sumado Ansar, Coagret, la Coordinadora Biscarrués-Mallos de Riglos, Ecologistas en Acción, la Plataforma de Defensa de las Montañas y la Red Aragonesa de la Tierra, aunque fuentes de los colectivos señalaron que próximamente se adherirán más organizaciones. La campaña fue presentada ayer ante el edificio Pignatelli –sede de la DGA– con tintes fúnebres: doce ecologistas vestidos con túnicas y capuchas negras sostenían carteles con la frase «¡Por compasión! ¿Para cuando un consejero de Medio Ambiente como Dios manda?»
El manifiesto firmado por los seis colectivos califica de «autoritaria e intransigente» la actitud de Boné, de quien aseguran que lleva «más de tres años de continuos desprecios» hacia los conservacionistas.
«El consejero Boné miente», afirman, sobre los trabajos de la Comisión del Agua sobre la regulación del Gállego. Pese a tratarse de un órgano de mediación, añaden, «no ha tenido reparos en ponerse de parte de una de las partes en conflicto –los regantes de Riegos del Alto Aragón–, rompiendo así las más elementales reglas del juego» y «dejando fuera» de los contactos a otros agentes.
Los ecologistas, que califican de «vandalismo institucional» la política ambiental de la DGA y acusan al Boné de «ningunear a los movimientos sociales preocupados por el medio ambiente», aseguran no sentirse «representados ni defendidos por este consejero, que sistemáticamente se pone al lado de los que no defienden el medio ambiente».
Paco Iturbe, de Ansar y VoluntaRíos, indicó que «llevábamos bastante tiempo descontentos» y la postura de Boné en la polémica de Biscarrués fue «la gota que colmó el vaso. Simplemente, mintió; y solo por eso debería dimitir».
Para Pedro Arrojo, «ya es demasiado tiempo el que el colectivo ecologista ha aguantado ser olvidado o agredido».