La nieve y la mesa de las montañas

Al final, la Mesa de las Montañas ha consensuado un documento sin la participación de los movimientos ecologistas. La filtración sobre la ampliación de Cerler fue el detonante, pero lo cierto es que desde el principio y a pesar de las buenas voluntades, era muy complicado el acuerdo entre todos: la Plataforma en Defensa de la Montañas no puede aceptar el modelo de desarrollo que el gobierno de Aragón y otros componentes de la Mesa pretenden impulsar. No es cuestión de retoques, sino de cambio radical de criterios, de no hacer de la nieve el eje casi exclusivo del desarrollo económico del Pirineo, sino de apostar por un crecimiento probablemente más lento, pero más sostenible, diversificado y respetuoso con las condiciones de desarrollo endógeno. La mayoría de nuestros gobernantes apuestan por grandes obras (Gran Scala, Motorland, «Gran Castanesa», Juegos Olímpicos-), no solo inaceptables para el movimiento ecologista, sino también para quienes pensamos que los costes de estas obras (económicos, sociales y ecológicos) son muy superiores, a medio y largo plazo, a los beneficios. La apuesta por el esquí es de alto riesgo, deja a buena parte del Pirineo sin alternativas y nadie puede garantizar su continuidad, por mucho que lo diga el informe solicitado por la DGA, dentro de 30 o 40 años. Sin embargo es mucho más probable que, ante las dificultades de mantener las estaciones aisladas, se produzcan destrozos irreversibles como la unión de Formigal, Astún y Candanchú. Si este es el nuevo modelo de desarrollo-A pesar de todo, iniciativas como las de la Mesa de las Montañas son imprescindibles, sirven para tender puentes y conocer mejor la opinión de los otros, condición necesaria para cualquier acuerdo.

Físico

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