En los países del sur de Europa, todavía no hay suficiente cultura ambiental. El proyecto de Castanesa parece ser el desencadenante, aunque no el único motivo. No obstante, a decir de todas las partes, el trabajo de la Mesa de la Montaña ha sido intenso, fructífero y ponderado.
Leo –todavía con más tristeza– las declaraciones de algunos alcaldes de territorios de montaña pidiendo la misma protección que el quebrantahuesos o el tritón pirenaico. Esto ya me parece demagógico y de aviesa y torticera intención.
El paradigma ha cambiado señores. Ya no es la rana o nosotros, somos todos, en la biodiversidad todo esta interrelacionado, conectado en un maravilloso y frágil equilibrio.
Esto se nos recuerda especialmente en el 2010, Año Internacional de la Biodiversidad. Todos, con humildad, hemos de asumir que se han cometido abusos, errores y despropósitos. Pero no vale enfrentar ranas con personas, paisaje con paisanaje. Hay que recordar que ante la expectativa de Jaca 98 no había escrúpulos en vender bordas, cuadras, y terrenos a precios de apartamentos en la Gran Vía de Madrid. La Mesa de la Montaña, por ética, no puede aprovechar la ausencia de los ecologistas para acelerar procesos y procedimientos sin oposición.
Al revés, todos deben hacer un esfuerzo por asumir una conciencia crítica y volver a sentarse a negociar de buena fe por el bien de las montañas ( ecosistemas, territorios y población) de este querido Aragón.