ENERO RIBAGORZANO

La alcaldesa de Montanuy, como buena parte de los políticos de la actualidad, abusa de los tópicos, las valoraciones sesgadas y las desautorizaciones gratuitas apoyadas en el silencio de un vecindario comarcal que se apuntan a caballo ganador asumiendo el relato dominante de un sociedad acrítica.Debería saber que la mayor parte de los ecologistas que critican la permanencia del modelo de desarrollo que ella considera como único posible, sí que están en enero y el resto de los meses, en esa hermosa comarca que solo se oscurece por la pobreza mental de quienes no quieren ver más allá de sus narices.Debería saber, porque ocasiones ha tenido de aprenderlo, que haber nacido en un lugar concreto de la geografía, no da más derecho que a la inscripción en el DNI y que el conocimiento, no está determinado por el lugar de nacimiento.Debería saber que una buena parte de esos ecologistas, contra quienes carga su ignorancia, llevan más 30 años viviendo y trabajando en Ribagorza. Puede que porque se enamoraran de las pendientes nevadas de Basibé y Ardones o porqué, a puro de descender esquiando  el glaciar del Aneto y recorrer todas las crestas que, desde su cima, se desparraman hacia el Esera o el Noguera Ribagorzana, quisieran formar parte de toda esa belleza.La explotación de los recursos naturales es posible y, sin duda es uno de los principales activos de Ribagorza, pero convendría atender a la ciencia y a la historia para diseñar el futuro sin caer en la repetición de modelos ya ensayados y algunos fracasados.Igual que cuando el esquí llegó a Cerler hubo que vencer la inercia de quienes no contemplaban otra forma de vida que la que hasta entonces habían conocido, ahora es preciso valorar la situación a la luz de las ciencias físicas y sociales y pensar en común qué camino deberíamos seguir para que la utilización de los recursos naturales no se conviertan ni en un monocultivo excluyente ni en una explotación irracional ni en un derroche de dinero público.

No son estos los mismo tiempos que cuando Cerler empezó a ver a los primeros esquiadores pero, bien estaría aprender de la capacidad de adaptación de aquellos ribagorzanos que supieron hacer de la nieve, que siempre habían sido testigo frío de sus vidas, un recurso para su mejora. Puede que se aconseje repetir curso, cuando un alumno no ha alcanzado la madurez adecuada, pero eso,  valido para un adolescente, no lo es para un representante público. Repetir modelos y formas de actuar es sinónimo de parálisis y esa no es una cualidad deseable para un gestor comarcal del que se espera suficiente imaginación y coraje para que, el breve trozo de historia que le ha correspondido en suerte, no se convierta en la eterna reiteración de un bucle electoral.Sin contar con el clamor de las calles y las plazas por la Emergencia Climática, el Instituto Pirenaico de Ecología y el Observatorio del Cambio Climático recomiendan una reconversión de las Estaciones de Esquí. 
Haríamos muy bien en seguir el consejo de estos estamentos científicos que avanzan estrategias de adaptación al cambio climático y empezar a considerar la globalidad de lo que representan los ecosistemas de montaña como la fortaleza de una comarca, que puede ofrecer a los que están todo el mes de enero o a los que vienen a pasar solo tres días, una riqueza que deberíamos definir y gestionar entre todos. 
Desde su origen, la Ecología Social ha articulado una crítica fundamental del capitalismo y ha propuesto una visión alternativa de las comunidades humanas en busca de una relación armoniosa con el resto del mundo natural del que el ser humano también forma parte. Por nuestra parte y desde el mayor respeto a todos los habitantes de Ribagorza y, durante todos los  meses del año, nos gustaría ofrecer una visión que pueda complementar el pensamiento y los valores que nos han construido como grupo humano.

Nunca la sabiduría dice una cosa y la naturaleza otraJuvenal (poeta romano siglo I)


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