El tobogán de formigal

Suben los dinamiteros al collado Batallero. Baja perplejo el viajero francés contemplando la montaña herida. Sube el estrés sísmico en los cimientos de edificios de la estación. Baja la guardia y da “manga ancha” la consejería de medio ambiente ante tanto desatino.

Sube la cota de nieve por el efecto invernadero. Bajan sin cesar, centímetro a centímetro, las pilastras de anclaje del todopoderoso arrastre de 8 plazas. Suben, tras desmontarlo, el susodicho ingenio a otra pista. Bajan, entre crujidos, los cimientos de los puentes de Sextas-Formigal sobre el nacimiento del río.¡Que frenesí!.

Sube el costo de las subvencionadas obras de ampliación de Formigal. Baja el número de explicaciones en sede parlamentaria. Sube a 6.000 euros el metro construido en Sallent. Baja la opción de conseguir vivienda, a precio razonable, para jóvenes y trabajadores en la zona. ¡Más, más!

Suben por las laderas de la Peña Foratata (Sallent) 30 hectáreas recalificadas por el ayuntamiento para construir un millar de apartamentos. Baja reptando la fiebre recalificadora en dirección a la bella Hoz de Jaca, para pagar la selecta remodelación de la estación de Panticosa. ¡Colosal!

Sube el territorio urbanizado. Baja la calidad del paisaje de alta montaña.. Sube el saldo de la cuenta corriente del “Cartel del Ladrillo”. Baja la apuesta por un turismo sostenible en el valle de Tena. ¡$$$!

Suben las ambiciones de ARAMON por extender su dominio esquiable al interior de la singular Canal Roya. Baja la esperanza de encontrar una solución razonable al futuro del turismo de nieve en Aragón.

La penúltima esperanza, el 15 de diciembre, en las Cortes de Aragón. 30.000 aragoneses defenderán en pleno parlamentario una ley inaplazable: la de protección de la alta montaña de Aragón. Llegó la hora, a los parlamentarios, de parar el infernal tobogán.

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