El esquí y el calentamiento global

Cañones. Aunque sean de nieve, son el arma con la que los empresarios de la nieve confían en combatir el anunciado cambio climático. El sector del esquí es uno de los más señalados, como afectado, en el informe que evalúa los impactos que va a tener en España el calentamiento global, aunque las estaciones aseguran que su futuro está garantizado por la nieve artificial.

Los expertos auguran que la temperatura va a subir este siglo del orden de entre 3 y 4 grados en invierno, y la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, opina que este anuncio debería servir para que los empresarios se replanteen la viabilidad de futuros proyectos de ampliación o de creación de nuevos complejos basados en el negocio de la nieve. Una preocupación, la de la ministra, que se comprende desde el sector del esquí, pero que no parece que quite el sueño a los empresarios de la nieve. Por mucho cambio climático que se anuncie, el sector del esquí se muestra convencido de que va a sobrevivir y no escatima ni un euro de las inversiones previstas para el próximo decenio.

El optimismo con el que afronta el sector del esquí el futuro -que no deja de chocar tras este anuncio sobre el cambio del clima- queda reflejado en las previsiones de inversión para los próximos diez años de estaciones que van desde la Cerdanya hasta Val d´Aran, pasando por Andorra y los Pallars. Los siete complejos más importantes que operan en estos valles (Baqueira, Masella, Molina, Boí-Taüll, Vallfosca-Interllacs, Grandvalira y Port-Ainé) prevén invertir en el próximo decenio una cifra que se acerca a los 500 millones de euros. Cantidad que se doblaría o incluso triplicaría si a esta cifra se añadieran las previsiones del resto de las estaciones catalanas, andorranas y las aragonesas.

Tanto optimismo sólo tiene una explicación: la fe absoluta en la nieve artificial que profesan todos los empresarios del esquí.

’Los esquiadores que iban a pie, a principios de siglo, a la Molina eran aventureros, gente que sólo acudía a la montaña si había nieve. Cuando la estación se convierte en un destino turístico, ha habido que adaptarse a unas fechas y tendencias concretas’, afirma Josep Anton Font, director del complejo de Girona.

Font hace este salto en el tiempo para comentar que el negocio de la nieve ya hace años que tuvo que echar mano de la tecnología para superar condiciones climatológicas más adversas que benévolas. ‘Adelantar y asegurar, por ejemplo, el inicio de la temporada para el puente de la Purísima se ha podido hacer gracias a los cañones de nieve artificial’, afirma Font.

Y esos mismos cañones que garantizan esa nieve temprana en las estaciones, aunque no haya habido precipitaciones, son la principal garantía de futuro con que cuentan ahora mismo los empresarios de la nieve.

’La tecnología ha avanzado mucho desde la aparición de los primeros cañones; ahora producen más cantidad de nieve, funcionan con temperaturas más altas y consumen mucha menos energía’, explica Aureli Bisbe, director de Baqueira-Beret. La Molina fue la primera estación catalana en instalar cañones. Tiene nieve artificial desde 1985, mientras que Baqueira, reacia en un principio a este sistema, no instaló su primer cañón hasta 1990. Sin embargo, en los últimos quince años la estación aranesa ha invertido alrededor de 18 millones de euros en nieve artificial, lo que demuestra la importancia de esta tecnología. Y la realidad es que todas las estaciones coinciden en el hecho de que sin nieve artificial ahora mismo este negocio sería inviable o funcionaria a medio gas.Yeso sin esperar al anunciado cambio climático.

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