No puedo callar ante la invasión del Pirineo por quienes lo destruyen todo sin esperar la opinión del entendido ni la decisión de los jueces.
Talaron el magnífico robledal junto a la presa de Yesa y así reactivaron la bajada de un «manto coluvial» retenido con eficacia por la raigambre del roble y tanta vida especializada en recibir y «aprovechar» coluvios, el agua con la fertilidad que transporta. Es previsible un deslizamiento catastrófico y, más aún, lo era por quienes ya teníamos antecedentes personales desde los años cincuenta, antes de construirse la presa; sabíamos que son muchas toneladas de coluvio «descansando» sobre marga eocénica impermeable que con el agua y tanta pendiente resulta peligrosa por estar junto la presa y no muy lejos de una joya en el camino de Santiago, la ciudad navarra de Sangüesa con tantas personas en peligro.
Como iniciador con el amigo Balcells del Centro pirenaico de Biología Experimental, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1963-1964), el actual Instituto Pirenaico de Ecología, quiero mencionar incongruencias en la gestión montaraz e improvisaciones relacionadas con la erosión. Nuestro Instituto tiene un magnífico Departamento de Geomorfología en Zaragoza, Campus de Aula Dei, y no se utiliza nuestra experiencia antes de permitir tantos abusos como se cometen, tanto en Sallent con gleras reactivadas como en Panticosa.