La nieve almacenada en Candanchú en mayo ha resistido las altas temperaturas del verano. A solo unas semanas del inicio de la temporada invernal, la estación de esquí ha empezado a retirar la paja debajo de la cual conserva más de la mitad de los 12.000 metros cúbicos que acumuló con las reservas que quedaron de la anterior campaña.
Esta experiencia, conocida como ‘snowfarming’ (cultivo de la nieve), ya había sido experimentada en otros lugares de Europa pero era pionera en España y ha sido «un éxito», afirma Abraham Bartolomé, director técnico de la estación de esquí. «Hemos podido mantener el manto acumulado de la temporada pasada durante todo el verano y conservar el 55% de nieve utilizable». Además, añade, el aislante empleado para conservarla servirá para regenerar el manto vegetal.
Candanchú almacena nieve y la cubre con paja para guardarla hasta la próxima temporada
La montaña se está destapando poco a poco estos días. Se espera completar la operación antes de finales de esta misma semana (las previsiones apuntan a la entrada de un frente que traerá más nieves) para evitar que la montaña con paja quede cubierta. Los metros cúbicos que todavía quedan se extenderán en función de las necesidades para aportar recursos a una u otra pista y en aquellos puntos donde la innivación es más complicada.
Candanchú introdujo en España la pasada primavera la técnica del ‘snowfarming’, consistente en apilar la nieve que queda de la temporada invernal y cubrirla con un material aislante (en este caso paja) para reaprovecharla en otoño. Fue en mayo cuando empezó a hacerlo aprovechando el manto de cuatro metros que todavía quedaba por las abundantes precipitaciones del invierno. Sobre ellos, las máquinas echaron otros tantos hasta formar una montaña de ocho metros.
Durante más de seis meses ha permanecido en la zona de Pista Grande, a 1.500 metros de altitud, despertando la curiosidad de los visitantes, pero también de técnicos de otras estaciones que se han acercado a Candanchú para conocer sobre el terreno esta experiencia pionera. Hasta julio aguantó bien, pero fue en agosto cuando más menguó. Inicialmente se esperaba que la merma alcanzara el 30%. En algunas partes de la montaña de nieve así ha sido, pero en otras la pérdida ha superado los cálculos iniciales.
El ‘snowfarming’ se ha probado en Suiza, Italia, Francia, Austria o los países nórdicos, con resultados que han permitido conservar casi tres cuartas partes de la nieve acumulada, incluso a altitudes por debajo de los 1.500 metros. Es una de las opciones para luchar contra el cambio climático que afecta al sector.
Según el informe presentado esta pasada semana por el Observatorio Pirenaico del Cambio Climático, en las últimas décadas ha disminuido el número de días esquiables (más de 30 cm disponibles); la línea de acumulación sube progresivamente a cotas superiores (de hecho, alertan de que en el último cuarto de siglo la acumulación por debajo de los 1.500 metros podría reducirse un 78%); y se ha ido retrasando la fecha de inicio de la temporada (de 5 a 55 días en baja cota y de 5 a 30 en cotas medias) por no disponer de suficiente nieve natural.
«Es una experiencia muy interesante y aplicable al Pirineo, porque muchos años la nieve es insuficiente, sobre todo a algunas cotas», comenta la nivóloga Rocío Hurtado. «Si se puede conservar, menos gastos de energía. Es un recurso que cae del cielo, hay que aprovecharlo bien», opina. Esta especialista cree que se trata de una buena «despensa», y si ha aguantado las temperaturas a 1.500 metros, a mayor altura todavía se le podrá sacar más rendimiento. «Si sobrevive con el calor que ha hecho y la lluvia, en cotas altas será más productivo». Recuerda que, algunas temporadas, al cierre de las estaciones en abril, quedan 3 metros de nieve, «que les falta en diciembre».