NO HUBO MORATORIA
Por Redacción digital digital@desnivel.es
Han sido cinco meses de continua pugna por el valle de Espelunciecha. Cinco meses en los que se sucedían actos que no dejaban hueco en la agenda. Ecologistas, montañeros, geógrafos y otras personas anónimas aunaron sus esfuerzos en la defensa de una causa de toda justicia: parar la ampliación de la estación de esquí de Formigal, que acosaba al espacio natural del valle, amenazándo con convertirlo en un mar de pilonas, remontes e instalaciones para el «après-ski», todo para el disfrute del deporte blanco y, sobre todo, para el lucrativo «pelotazo» de unos pocos, los únicos que saldrán beneficiados de esta pérdida para todos.
Las peticiones de diálogo y de una moratoria al comienzo de las obras no han sido escuchadas y las máquinas han comenzado su invasión del valle. El juez del tiempo ha certificado la muerte del valle, y Eduardo Martínez de Pisón, una de las personas más comprometidas en la defensa de este espacio natural, escribe su acta de defunción.