Aragón es la única zona de la cordillera en la que las aguas fecales se echan a los ríos.

En comparación, la situación de los valles oscenses se antoja grotesca, sobre todo si se tiene en cuenta que el Pirineo aragonés es el más extenso y el de mayor valor ambiental. A día de hoy, en la Jacetania, el Alto Gállego, el Sobrarbe y la Ribagorza solo hay dos depuradoras en servicio: la de Jaca y la de Sabiñánigo.

Todos los demás municipios, incluidos las más turísticos, vierten su porquería sin ningún tratamiento previo, lo que significa que numerosas localidades que en temporada alta reciben varios miles de visitantes -como Biescas, Benasque, Aínsa, Broto o Villanúa- llevan años contaminando las aguas del Aragón, el Ara, el Cinca, el Gállego y el Ésera. El problema también se extiende a los núcleos más pequeños, a las estaciones de esquí, a los cámpines y a las urbanizaciones.

En Cataluña no sucede lo mismo. Como informó ayer este periódico, los municipios de la zona de Lérida cuentan con 41 depuradoras repartidas entre el límite con Huesca y Ripoll. De ellas, 19 están ubicadas en pleno Pirineo occidental, en las comarcas del valle de Arán, el Alto Urgel, la Alta Ribagorza y el Pallars Sobirà.

La construcción y la gestión de esas plantas de depuración corresponde, en la mayoría de los casos, a la Agencia Catalana del Agua, organismo equivalente al Instituto Aragonés del Agua. No obstante, también hay instalaciones que dependen de las comarcas, de los ayuntamientos o de mancomunidades.

Por su parte, Navarra también tiene el problema solucionado. La Comunidad foral es la única región, junto con Baleares, que cumplió con la obligación de depurar los vertidos de todas las localidades de 2.000 habitantes equivalentes -magnitud que expresa el potencial contaminante de un asentamiento- antes del 31 de diciembre de 2005.

Para lograrlo, su Gobierno puso en marcha en 1989 un Plan Director de Saneamiento de los Ríos que ha sido implantado a través de una empresa pública y que empezó a ejecutarse precisamente por las cabeceras. En Aragón debería haberse hecho lo mismo, pero la desidia del Ministerio de Medio Ambiente y la pasividad de la DGA han provocado que las depuradoras más prioritarias -las del Pirineo- sean las que más retraso acumulen.

En la actualidad, la Comunidad foral tiene tres depuradoras en el valle de Roncal que limpian los vertidos al cauce del Esca; otra en el valle del Salazar; una quinta en el río Urrobi; otra en la cabecera del Arga; y otra en la del Ulzama. En total, son siete estaciones, aunque en la zona más occidental de la región -la que desagua en el cantábrico- funcionan once plantas más situadas en las estribaciones del Pirineo.

El Gobierno de Navarra financia su Plan Director de Saneamiento con los presupuestos autonómicos, con fondos procedentes de la Unión Europea y con el canon de saneamiento. En la región vecina esta tasa ecológica adoptada en la pasada legislatura por la DGA se creó y se empezó a cobrar en 1989.

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