Aragón aún mira al este

Poco después de que se haya levantado el día, Rubén Cierco abre la puerta del restaurante que tiene en Castanesa, en la Ribagorza aragonesa, y decide qué menú va a ofrecer. El comedor tiene capacidad para 77 personas y en el mismo edificio alberga un pequeño hotel con siete habitaciones que regenta junto a sus padres. A pocos kilómetros, en Señiu, Carmen Bartolomé y Luis de la Iglesia también han salido de casa para ir a trabajar. Los tres son vecinos de Montanuy, un municipio de 174 kilómetros cuadrados, con 17 núcleos y 300 habitantes, propuesto como nuevo dominio esquiable en el proyecto de ampliación de la estación de Cerler. Los tres representan las dos posiciones que desde hace años dividen al valle.

Para Cierco, la ampliación sería positiva porque atraería a turistas y familias y crearía empleo. «Cada año, de enero a marzo, tenemos que cerrar el restaurante por falta de clientes, mientras en Vaquèira-Beret están llenos», comenta. Para Bartolomé y De la Iglesia, que no creen en el esquí como propuesta de futuro, la hipotética ampliación ya ha frenado la entrada de gente nueva en el valle. «La compra de terrenos que Aramón ha hecho en el municipio ha disparado los precios. Hay viviendas sin estrenar que llevan cuatro años esperando comprador», afirma De la Iglesia.

De la posible ampliación de Cerler por el valle de Castanesa hace años que se habla. De hecho, los planes iniciales hablaban de empezar las obras ya este año. El propietario de la estación, el grupo Aramón (participado al 50% por el Gobierno de Aragón y la entidad financiera Ibercaja) contempla la zona como uno de los cuatro sectores de ampliación, que supondrían 100 kilómetros más de dominio esquiable. «Hace tres años que iniciamos los trámites administrativos. Falta la aprobación definitiva del Gobierno de Aragón», explica Mario Ortiz, director de comunicación de Aramón.

La respuesta se espera desde antes de las autonómicas, cuando el PP desbancó al PSOE, que había apostado fuerte por el proyecto. Para algunos vecinos la espera pone en duda la aprobación del proyecto; sin embargo, según fuentes del Gobierno de Aragón, la ampliación de Cerler continúa siendo prioridad para Aragón. La ampliación de los cuatro sectores se cifra en 400 millones de inversión. «Cuando se apruebe, el proyecto deberá adaptarse a la situación socioeconómica», afirma Ortiz.

Si se aprobara, Cerler ganaría una entrada por Catalunya, por la N-230 en la Alta Ribagorça, la misma vía que utilizan Boí Taüll y Vaqueira Beret. «Podría suponer una fuga de clientes. Sobre todo si se tiene en cuenta que al ser una empresa semipública los criterios de inversión no se miden con un plan de negocio y, por tanto, juegan con ventaja», explica Jordi Sabaté, director de Boí Taüll. «Cualquier ampliación puede afectar, pero ahora es difícil de saber. Se tendría que ver con el tiempo», añade Pep Albós, de Vaquèira Beret.

La decisión está en el aire, pero Montanuy adecuó en el pasado mandato municipal su plan urbanístico a la construcción de urbanizaciones con 3.900 viviendas.

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