El alcalde indicaba que, de la ansiada tranquilidad, que buscan los turistas que llegan, a la soledad, hay un paso y que, además, desastres como el incendio de Castanesa en 2012, han hecho que a la gente le entren más ganas de marchar. Hay que defender, decía, la vida en los pueblos.
La pérdida progresiva de habitantes, en el municipio, se achaca, principalmente, a las malas comunicaciones, la oposición al desarrollo de proyectos que permitirían crear infraestructuras y la crisis. Los jóvenes, explicaba Agullana, se van, y con ellos, al final, acabarán marchándose los servicios, y quienes se quedan son los mayores que han vivido toda su vida en el municipio.
La principal actividad económica del término municipal es la ganadería, aunque cada día quedan menos cabañas, y otras vías de desarrollo, como el turismo, por sí sola no sirve para mantener infraestructuras como restaurantes o alojamientos rurales. Basar un negocio en momentos puntuales como Semana Santa, Navidad o un mes verano no es rentable sino existe una actividad económica que atraiga un importante número de turistas. Por eso, añadía, Agullana, se apostó por aprovechar el motor económico de la estación de esquí de Cerler.
El problema de la despoblación es común a toda la Ribagorza que en los últimos 115 años, ha perdido 21.471 habitantes pasando de los 34.095 en el año 1.900 a los 12.624 en la actualidad.
Localidades como Viacamp y Litera que hoy no llega al medio centenar de vecinos llegó a superar, a principios del siglo XX, los 800 habitantes, o Graus, que llegó a tener 6.259 vecinos por 3.429 hoy en día