El proyecto para unir las estaciones de esquí de Candanchú, Astún y Formigal solo existe sobre el papel, pero ya hay varias empresas interesadas en un plan que se propone convertir los valles del Aragón y de Tena en la mayor zona esquiable de España, con 210 kilómetros, y la décima de Europa.
Así lo ha reconocido el Gobierno de Aragón, que dio un impulso a esta obra el pasado enero, cuando la presidenta Luisa Fernanda Rudi declaró en Canfranc, con motivo de la compra de la estación internacional al Ministerio de Fomento, que los centros invernales de ambos valles «están a un tiro de piedra». De hecho, solo 4,2 kilómetros separan Espelunciecha, en Formigal, de la parte alta de Astún.
Además, el proceso administrativo del plan empezará este mismo año y ya se elaboró un estudio según el cual el coste de la operación asciende a 42,3 millones de euros.
DOS ESTUDIOS «Las empresas interesadas en el proyecto han preguntado tanto por la ejecución de las obras como por las condiciones de la explotación de los remontes que se instalen», indican fuentes de la Administración autonómica que subrayan que existe voluntad de que sea la iniciativa privada la que siga adelante con la operación. En cualquier caso, dicen, el plan para enlazar los tres centros «no va ligado a ningún uso urbanístico», como temen los ecologistas.
La idea de enlazar mediante remontes las cumbres de Tena con las de la cabecera del río Aragón apareció a fines de los 90. Pero, tras acaparar los titulares durante un tiempo, el expediente pasó a un segundo plano.
Con todo, tanto el anterior Gobierno autonómico como la Asociación Turística del Valle del Aragón (ATVA) encargaron sendos informes sobre el proyecto que ahora han cobrado de nuevo plena actualidad, pese a la crisis económica.
Claro que el plan concita entusiasmo y rechazo a la vez. Los alcaldes de las poblaciones afectadas (Jaca, Aísa y Sallent) son partidarios de unir las estaciones, pues ven la posibilidad de aumentar el número de esquiadores (hasta 1,5 millones) y de potenciar los días laborables una práctica deportiva que ahora se concentra en los fines de semana y en periodos de vacaciones.
Sin embargo, los movimientos ecologistas y la Federación Aragonesa de Montañismo se oponen radicalmente. Consideran que la instalación de pilonas de telecabina o teleférico «destruirá» el paisaje virgen de Canal Roya, el estrecho valle pirenaico por el que pasaría el medio mecánico elegido para comunicar las estaciones invernales.
«Llevar un telecabina por Canal Roya supone destruir una zona natural delicada y de gran valor ecológico en la que existen yacimientos megalíticos», subraya Paco Iturbe, de Ecologistas en Acción, que se está integrada en la Plataforma en Defensa de las Montañas. «Es un proyecto descerebrado, propio de la burbuja inmobiliaria, y que no tiene ni pies ni cabeza», asegura.
Luis Masgrau, de la Federación Aragonesa de Montañismo, considera que la batalla no está decidida. «Todavía queda un largo camino por delante, falta el informe de impacto ambiental», señala. Por ello es partidario de acelerar la declaración de parque natural para el valle de Izas, Canal Roya y las turberas de Anayet, «una figura legal incompatible con el proyecto».