Peor, imposible
JOSE LUIS Trasobares
11/05/2005
O sea, que el fabuloso telesilla de ocho plazas (el más grande de España), llamado a ser el orgullo de la ampliada estación de Formigal, tampoco podrá ir donde estaba previsto. La culpa es del puñetero terreno, que no para quieto, mueve las pilonas, desplaza las laderas, se agrieta y actúa como si no supiese que el Gobierno de Aragón e Ibercaja no pueden equivocarse y que sus proyectos comunes son inobjetables. ¡Será posible!
La ocupación y parcial destrucción del valle de Espelunciecha ha desembocado en un fiasco espectacular. Todas las advertencias hechas por vecinos, ecologistas y agoreros en general (como el que suscribe) se han demostrado más que ciertas. Así es que Aramón tendrá que proteger el nuevo aparcamiento abrochando la montaña con una cremallera de pilotes para que no se venga encima, deberá replantear los accesos a las pistas y, en cuanto al famoso telesilla, igual se lo tienen que comer con patatas porque no ha de ser nada fácil encontrarle en Formigal un emplazamiento firme. De propina, la UE ha abierto un expediente informativo sobre el impacto ecológico del chandrío. Un pleno, vamos.
En algún momento, alguien, quizás algún extraterreste que no sepa cómo se mueven las cosas en Aragón, exigirá que Aramón aclare sus cuentas, explique sus proyectos y justifique sus últimos movimientos, cuyo objetivo evidente no puede ser otro que incentivar la promoción inmobiliaria en el Alto Pirineo. Esto sería de obligado cumplimiento porque la susodicha sociedad se nutre de fondos públicos y sociales, y porque tras lo sucedido en Formigal o el agujero económico que ha dejado la gestión de la estación de Panticosa hora es de que los paganos sepamos de qué va la feria.
Ya ven que hablo de costes económicos que son cuantificables, pues los costes medioambientales y paisajísticos están ya fuera de cálculo, aunque nuestros jefes y próceres suelen darles un valor nulo. Estamos locos.