Cada vez son más numerosas y cualificadas las voces que denuncian el desastre de Aramón-Formigal (y que se quiere implantar en el resto de montañas aragonesas).
El turno es ahora para el mismísimo Ministerio de Medio Ambiente, que en el último número de Ambienta (noviembre, nº 34), su publicación oficial, dedica el editorial a las graves amenazas que se ciernen sobre el Pirineo y presta especial atención al desastre ecológico ocurrido en Aramón-Formigal con la destrucción de Espelunciecha. «Es espeluznante el momento de Espelunciecha. Quiero referirme a la destrucción de uno de los valles más hermosos de Aragón» llega a decir el editorial del Ministerio de Medio Ambiente.
Este editorial no es único, se une a los repetidos reportajes, artículos y denuncias de publicaciones de naturaleza (Quercus, Integral), de montaña (Desnivel, Al Filo de lo Imposible), centradas en la zona (Pirineos), de medios de comunicación en general.
Pero es que incluso las publicaciones de esquiadores denuncian lo ocurrido en Aramón-Formigal y reniegan de este modelo masificado y destructivo, como era de esperar. Trofeo Nieve, la más importante publicación sobre esquí que existe en España, dedica el editorial de su especial temporada 2004/2005 (nº 3) a este problema. «Esquí, especulación y legado» es el esclarecedor título del editorial, que denuncia la situación que se está viviendo en España y especialmente en Aragón. El editorial termina:
«En todo caso, que nadie se equivoque ni piense que estas inversiones favorecerán decisivamente a los usuarios. Estaciones que a priori se construyen en zonas de nieve escasa y mala, son claramente excusas para urbanizar en terreno barato. Y, donde hay nieve, que se amplíen unos pocos kilómetros o se construya un aparcamiento no evitará las aglomeraciones ni los atascos, porque, para esto último, haría falta crear sistemas como trenes cremallera o teleféricos desde los valles y, para evitar las aglomeraciones, haría falta que en nuestra península crecieran otros Alpes y eso ninguno lo veremos. Igual que nuestros hijos nunca verán Espelunciecha como lo vieron nuestros padres. Ha sido nuestra responsabilidad.»