HERALDO DE ARAGON
El nuevo Plan Rector de Uso y Gestión actualiza los datos, que evidencian una vez más el imparable retroceso. Otras pruebas son la división en dos del de Maladeta, la desaparición del hielo en el macizo de Balaitus o la transformación del Coronas en un helero.
Los glaciares del Pirineo, los más meridionales del continente europe, han reducido su superficie a una cuarta parte en las últimas cuatro décadas. Si en 1980, las masas de hielo ocupaban 641 hectáreas, en el año 2016 era de 152, es decir, una pérdida del 75%. Esta es una prueba del retroceso marcado por el cambio climático, pero no la única. El declive se observa también en el cambio de categoría de estos monumentos naturales: el de Coronas, que en 1980 era un glaciar auténtico, ha pasado a ser un helero (ya sin movimiento); el total del macizo de Balaitus, que tenía 23 hectáreas, ha desaparecido; y en el caso de la Maladeta se ha partido en dos, el occidental y el oriental, lo que acelerará el proceso.
Estas masas de hielo se extienden a lo largo de 90 km entre los valles de los ríos Gállego y Noguera Ribagorzana. Se encuentran en ocho macizos montañosos: Balaitús o Moros, Infierno, Vignemale o Comachibosa, Monte Perdido o Tres Serols, La Munia, Posets o Llardana, Perdiguero-Cabrioules y Maladeta-Aneto. El Aneto sigue encabezando el ránquin con 56 hectáreas, seguido de Monte Perdido, con 36, y Maladeta, con 29.
La actualización de los datos de superficie figuran en el nuevo texto del Plan Rector de Uso y Gestión de los Monumentos Naturales de los Glaciares Pirenaicos, que ha sometido a información pública la Dirección General de Sostenibilidad, tras el trámite de audiencia a ayuntamientos, comarcas y entidades sin ánimo de lucro. Este plan será el instrumento básico de gestión y tendrá una vigencia de 10 años. Sustituye al anterior, del año 2002 y modificado en 2007.
Fija las normas de uso y conservación, detallando aspectos como la zonificación, el régimen de autorizaciones, la consideración de zonas ambientalmente sensibles o el régimen sancionador. Se han incorporando nuevas medidas de protección “encaminadas a que se mantenga la extensión helada y las características geomorfológicas propias de la alta montaña”, señala el Gobierno de Aragón, pero reconociendo que “la realidad global excede a lo que dicho plan pueda proponerse en esta materia dada la amenaza generalizada del cambio climático”.
Los Glaciares Pirenaicos fueron declarados Monumento Natural por Ley en el año 1990. Forman parte además de otros espacios naturales protegidos de la Red Natural de Aragón, como el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido o el Parque Natural Posets-Maladeta, y están incluidos en el Catálogo de Lugares de Interés Geológico de Aragón.
En conjunto, los monumentos naturales suponen una extensión de 3.190 hectáreas y sus zonas periféricas de protección de 12.897. Entre los objetivos que se marca el plan están proteger su integridad, fomentar los proyectos de investigación científica y difundir su conocimiento entre la sociedad. La regulación normativa prohibe toda actividad que produzca alteraciones morfológicas y cambios geológicos o bióticos, vertidos de cualquier tipo o el abandono de materiales desechables, sobrevolar la zona a menos de 1.000 metros o realizar ningún tipo de construcción.
El de Monte Perdido, el segundo en superficie, incrementó su altura en 90 centímetros debido a las abundantes nevadas del invierno 2017-2018. Pero fue solo una tregua porque que desde 2011, la pérdida acumulada ha sido de 6,5 metros. El glaciar de la Maladeta también tuvo un respiro el invierno pasado, al aumentar 30 centímetros su espesor medio, frente a los casi 2 metros de pérdida del anterior. Otro paréntesis en su continuado retroceso a consecuencia del cambio climático, ya que se han perdido 21 metros en casi 30 años, desde que se inició la monitorización de esta masa de hielo.
DIARIO DE ALTOARAGON
Los glaciares del Pirineo han perdido el 75 por ciento de su superficie desde el año 1980, y de los ocho macizos pirenaicos que inicialmente contaban con masas de hielo permanente, ahora quedan únicamente cuatro en los que hay ocho heleros y diez glaciares.
Estos son algunos de los datos que aparecen en el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) de los Monumentos Naturales de los Glaciares Pirenaicos que este viernes salió a información pública en el Boletín Oficial de Aragón (BOA) por un periodo de un mes, para que quien lo considere presente alegaciones. Una vez aprobado, sustituirá al anterior Plan de Protección del año 2002 y modificado en 2007, y tendrá una vigencia de 10 años.
El documento actualiza los datos de superficie glaciar e incorpora nuevas medidas de protección encaminadas a que se mantenga la extensión helada y las características geomorfológicas propias de la alta montaña, «aun a sabiendas de que la realidad global excede a lo que dicho plan pueda proponerse en esta materia dada la amenaza generalizada del cambio climático», apuntan desde el departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno aragonés.
El PRUG confirma que la mayor parte de los glaciares incluidos en el Monumento Natural está sufriendo los efectos de las alteraciones del clima, variando su masa, volumen, superficie o longitud a lo largo del tiempo, y que no dejan de ser un reflejo del retroceso general de los glaciares observado desde 1850, achacado al calentamiento global.
Añade que desde 1980, cuando se realizaron las primeras medidas superficiales de extensión puramente ocupada por el hielo, hasta el año 2016, la superficie se ha ido reduciendo considerablemente y algunos glaciares han dejado de serlo para pasar a otras formas de interés en las que el hielo ya no es el elemento más importante.
Así, la superficie ocupada por las masas de hielo en 1980 era de 641,3 hectáreas y en el año 2016, de 152,04. Como ejemplo de cambio de categoría, cita el glaciar de Coronas, que en el año 1980 era un auténtico glaciar y en 2012 pasó a ser helero; o el macizo de Balaitus, que en 1980 tenía 23 hectáreas heladas que en 2016 desaparecieron. Asimismo, destaca que el glaciar de La Maladeta se ha escindido en dos lóbulos, el occidental y el oriental.
Al margen de este retroceso, el PRUG regula el uso y conservación de los glaciares. De manera genérica, en las áreas protegidas de los glaciares y las correspondientes zonas periféricas de protección queda prohibida toda actividad que de forma continua o esporádica produzca o tienda a producir cambios geológicos o que puedan alterar la dinámica del ecosistema de forma irreversible.
El documento especifica que se permitirá el ejercicio libre de la escalada, el excursionismo, el esquí de travesía y la espeleología, y sólo estará permitida la pernocta bajo las modalidades de vivac o acampada nocturna.
Queda prohibida la circulación de vehículos fuera de las vías asfaltadas o sobrevolar la zona a menos de 1.000 metros sobre el terreno del glaciar con cualquier tipo de aeronave (incluidos los drones), excepto vuelos que realice el Gobierno de Aragón en el marco de la gestión del espacio o aquellos autorizados por investigación y emergencias como rescates.
El presidente de los Monumentos Naturales de los Glaciares Pirenaicos, Fernando Lampre, recordó este viernes que él presentó alegaciones al borrador del plan que ahora sale a exposición pública al entender que las prohibiciones propuestas se extendían a la realización de actividades como el esquí de travesía o escalada, que en el nuevo documento sí se permiten.