La voz del pirineo aragones

Un manifiesto que pide una moratoria de las obras en Espelunciecha, y que se abra un diálogo y un debate sobre las futuras ampliaciones previstas por la empresa Aramón (Gobierno de Aragón e Ibercaja) en el Pirineo aragonés y Sistema Ibérico, y la búsqueda de alternativas al inminente (si nada lo arregla) destrozo medioambiental que supondrá la invasión de este valle oscense por los remontes de Formigal.

En representación de la Plataforma intervinieron en el acto Eduardo Viñuales y Juan Carlos Cirera, delegado de SEO/Birdlife en Aragón. Y junto a ellos, apoyando su reivindicación, también participaron Eduardo Martínez de Pisón, catedrático de Geografía Física de la UAM, montañero, y actualmente director del equipo que prepara el PORN del futuro Parque Nacional de Guadarrama (Madrid), Sebastián Álvaro, director de Al filo de lo imposible, y el periodista Joaquín Araujo.

Eduardo Viñuales fue el encargado de abrir la presentación con una breve introducción sobre por qué se creó la Plataforma: la necesidad difundida por la ONU durante el pasado Año Internacional de las Montañas de proteger los ecosistemas tan frágiles que conforman hoy día diversas cadenas montañas de nuestro planeta (Rocosas, Alpes, Pirineos…), y el «curioso» nacimiento, durante ese mismo año, de la empresa Aramón, con el objetivo de ampliar las estaciones de esquí gestionadas por Gobierno de Aragón e Ibercaja (Formigal, Cerler, Panticosa, Valdelinares y Javalambre) Ampliaciones que ponen en peligro muchos valles salvajes y sierras del Pirineo y Sistema Ibérico (Canal de Izas, Canal Roya, Valle de Ardonés, Sierras de Gudar y Javalambre…).

Recordando el Manifiesto de Alpinistas Españoles para la Protección de las Montañas de 2002, y el artículo de Martínez de Pisón que pedía el Perdón para Espelunciecha (apoyado ya por más de 500 firmas electrónicas), Viñuales y Cirera concretaron los objetivos de la Plataforma a través de este nuevo Manifiesto: sin ir nunca contra el deporte de la nieve, lograr una moratoria de la obras de Espelunciecha, y establecer un diálogo amplio, serio y sereno sobre el tema de las ampliaciones (y sus «daños colaterales»… aparcamientos, carreteras, tendidos eléctricos…), apostando así por un desarrollo sostenible y la protección del Pirineo aragonés a través de alternativas ya propuestas de mejoras para todos (estaciones, usuarios, valles, poblaciones…), sin pasar por su ampliación.

Rebrote desarrollista
Citando a Gerardo Estévez, arquitecto, escritor y articulista, un alarmado Eduardo Martínez de Pisón avisó de la insensibilidad que mucha gente manifiesta hoy día a la fealdad que supone para nuestro paisaje el rebrote de desarrollismo propio de los años 60, «una época que creíamos perdida, y bien perdida», pero que se vive en la actualidad. Rebrote de un arcaísmo que dejará «lugares que preferiremos ocultar, y de los que no podremos sentirnos orgullosos, lugares de vergüenza».

Esta expansión, que para Eduardo incluye la que viven ahora las estaciones de esquí, en su caso desarrollismo de los 70, ha llegado a un grado excesivo, «por eso estamos aquí», porque «es excesivo en todo lo que conlleva, como en no tener una sutileza con el paisaje». Un nuevo furor inmobiliario, que para el catedrático ha llevado a considerar el territorio como una mercancía, y además en todas partes: Peña Trevinca, San Glorio, Sierra Nevada, Gredos (donde hay un brote sospechoso), y por supuesto el Pirineo. Y como afortunadamente hay procesos contrapuestos, diferentes maneras de entender esos territorios, se ha desatado un escenario de planificaciones combativas, la ley del más fuerte». Y ya se sabe quien es más fuerte, aunque no más tenaz.

«El creciente turismo es una empresa», y Pisón identificó sus consecuencias. Una «comercialización del territorio, una mercantilización», y por ello, «los lugares dejan de ser lugares para ser productos, dejan de ser sitios, y la magia y los sueños de los sitios huyen hacia otra parte, y disminuyen en sus contenidos y entidad». «Tantos paisajes perdidos…» lamentó, afirmando acto seguido que «estamos en una batalla para evitar que se pierdan muchos más». Porque, entonces… «¿qué será de nosotros?».

¿Devenir histórico?
Eduardo denunció cómo esas destrucciones se disfrazan y justifican con el devenir histórico. Y cómo ese devenir no es realmente el incremento de amor a la naturaleza, por ejemplo, sino que el paisaje deje de ser hermoso después de llegar «ellos», a quienes compete exclusivamente impedirlo, «por ejemplo perdonando Espelunciecha. Pero no, lo quieren todo».

También la credibilidad, según Eduardo, «el negocio y el beneplácito, la buena prensa», cuando afirman en prensa que un aparcamiento a 2.000 m de altitud se hace sin daño al medio ambiente. Bochornoso, sentenció Pisón, y más en un espacio tan valioso como el Pirineo. «Es como intervenir en la Catedral de Burgos», comparó.

Eduardo concluyó en que deben buscarse compatibilidades plurilaterales, porque así es el asunto que se trata, y como debe ser el hombre quien se acomode al paisaje, y no al contrario. Porque es ahí donde reside su principal y máximo bien, «sólo en relación con los hondos contenidos del paisaje, el visitante de la montaña podrá obtener un significado moral de su visita».

Intereses inconfesables
Sebastián Álvaro también habló de sentimientos, los que disfruta cada vez que vuelve al Monte Perdido, al Pirineo que le hizo ser alpinista, y vivir las sensaciones que vive cuando visita otras montañas en el Himalaya, Karakorum, en los Andes o en Alaska. Y rechazó esta situación, «la sinrazón llevada a extremos límites», como dentro de lo que entendemos por progreso. Porque para Sebas detrás de todo esto se esconden intereses inconfesables, especulativos.

Y habló de falsos dilemas. Por ejemplo, entre conservacionismo y desarrollismo. «No podemos elegir, en la España del siglo XXI, un país de servicios, destruir lo que queda del Pirineo y de costa». Otro falso dilema, «que nos quieran vender que el Pirineo pertenece a los políticos que gobiernan las Comunidades Autónomas. Es falso, y además provocativo». Porque para Sebas, «las estaciones de esquí se consideran el nuevo petróleo de Aragón».

Un tercero, para Sebas: «que los nativos están a favor de las estaciones de esquí». Y recomendó que se esclarezca lo que suponen éstas realmente para ellos, quienes son sus socios mayoritarios, y dónde se va la mayoría del dinero». Sebas cerró con un recordatorio para la Federación Aragonesa de Montaña, a quien criticó públicamente por no haberse pronunciado todavía sobre este asunto.

Fuente de inspiración
Joaquín Araujo quiso ir más allá, porque, afirmó, «la falta de control democrático de las actividades del sector privado puede convertirse en una amenaza más seria que la de un paisaje». Araujo llegó hasta «un creciente debilitamiento de la democracia», porque citando un artículo de Le Monde, aseguró que «tienen cada vez más dinero, con ese dinero tiene más poder, y con ese poder siguen enriqueciéndose aún más los mismos pocos».

Mediante una colección de versos escogidos, Joaquín quiso también demostrar que las montañas han provocado la inspiración artística, denunciando el que esta fuente inspiradora está seriamente amenazada, porque quizá no llegue a generaciones futuras. «Será muy difícil hacerle un poema a un remonte o a un estacionamiento».

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