La fragilidad del pirineo

El sur de Europa es una de las zonas más sensibles al calentamiento global. Y uno de los espacios naturales más afectados es el macizo pirenaico. Desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo acumula gran cantidad de ecosistemas en altura muy sensibles a los cambios meteorológicos. De esta forma se convierte en un lugar muy privilegiado para detectar las tendencias, tanto ecológicas como sociales, que el aumento de la temperatura puede generar en el planeta.

Desde hace cinco años, gracias a un programa conjunto de colaboración entre territorios (Euskadi, Navarra, Aragón, Andorra, Cataluña, Aquitania, Midi-Pyrénées y Languedoc-Roussillon) intenta detectar cualquier cambio significativo en las medias históricas para elaborar programas de adaptación a sus consecuencias. Todas estas medidas territoriales se homogeneizan en la sede central del Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC), en Jaca, y esta semana han sido presentadas en la cumbre del clima que se celebra en París.

La coordinadora del OPCC, Idoia Arauzo, explica que sus mediciones confirman «el aumento de la temperatura en el macizo en 0,2 grados centígrados de media por decenio». También un descenso del 2,5% en las precipitaciones. «La situación es más alarmante en la zona francesa, pero la tendencia afecta a todo el conjunto», indica Arauzo. En la cita parisina de estos días ha detectado un interés por especial por los modelos participativos en defensa de la biodiversidad.

Los efectos más visibles del calentamiento global en el Pirineo tienen que ver con el adelanto de la primavera (especialmente notable en la zonas vinícolas francesas, con vendimias cada vez más desplazadas y en los picos más altos de Aragón). «Nuestras cifras confirman que los espacios naturales de montaña son lugares muy frágiles al cambio climático», destacó la coordinadora.

Entre las reclamaciones que han sostenido en París insisten en la necesidad de articular redes fiables de colaboración con otras entidades que trabajan en territorio similares como los Cárpatos o los Alpes. «Queremos una protección exclusiva y particular para evitar que el deterioro se siga produciendo», apuntó.

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