En torno a la nieve se han construido nuevos hoteles de 4 y 5 estrellas, complejos turísticos y urbanizaciones. Además han nacido nuevos restaurantes, tiendas de deportes, establecimientos y empresas de mantenimiento y servicios.
Las cifras de usos en pistas han ido aumentando de los 500.000 de hace unos años hasta el más de millón y medio del año pasado.
Además de la nieve de los “hierros”, existe una demanda de nieve con esquí de fondo (Somport 50.000), raquetas, travesía o la propia diversión de la nieve de “día” de miles de personas que se acercan a los centros invernales.
Hay tres periodos claves en la evolución socioeconómica de los ámbitos de montaña.
Pervivencia de la sociedad tradicional hasta los años 50, de 1950 a 1980 con periodo de crisis y despoblación en el que se produce una quiebra del sistema tradicional y un descenso de actividad económica y 1980-2008 con una recuperación demográfica y económica al alza en el momento que empiezan a realizarse inversiones en las estaciones de los valles de Aragón, Tena y Benasque.
Un nuevo ciclo se inicia en 2008 con la crisis y la nueva fotografia que deja el sector y que marcará el futuro de los próximos años con distintos planes que existen.
En las comarcas como el Sobrarbe sin estaciones de esquí la despoblación es evidente y la actividad económica con cuentagotas. Sobrarbe trabaja con Piau de forma concreta y con Saint Lary para convertirse en valle “dormitorio” de esquí.
Según el informe ECAS del turismo de nieve encargado por Aramón en su dia, el volumen de contratos/año por temporada es de 13.000 , el 48 % de las pernoctaciones en hoteles se produce en invierno. Cada esquiador gasta unos 120 €. El ratio de gasto por pernoctación se estima en 73 €.