Por una nueva cultura
A pesar de que el año 2002 fue considerado como Año Internacional de las Montañas, la polémica se ha iniciado con el intento de ampliación de la estación de esquí de Formigal en el valle de Espelunciecha, fronterizo con el Parque Nacional de los Pirineos Francés.
Aprendamos algo de los vecinos. A cualquiera se le ocurren, rápidamente, diversas actuaciones a las que la DGA e Ibercaja, integrantes de la promotora Aramón, podrían dedicar sus esfuerzos en vez de apoyar y subvencionar telesillas sin medida.
El estado de la misma carretera de acceso al Portalet (y a Formigal) es vergonzoso; No se ha sabido controlar la actual gestión del Balneario de Panticosa. Una auténtica joya como el recorrido de iglesias mozárabes del Serrablo carece de accesos asfaltados, promoción adecuada y señalización. Turistas de toda Europa vendrían a ver esta zona. Si nos cambiáramos de valle, las dos importantísimas instituciones aragonesas tienen aún bastante más faena: el estado actual de la genial estación de ferrocarril de Canfranc hace literalmente llorar.
Su simple rehabilitación hubiera atraído a visitantes de toda España; Y no digamos nada si nos vamos a Teruel donde también Aramón quiere desarrollar su monocultivo de nieve. Por qué apoyar ahora la rápida ampliación de estaciones de esquí y no invertir en actuaciones más sostenibles y rentables a medio y largo plazo?
La respuesta es obvia: fuertes intereses inmobiliarios, turismo concentrado en el espacio y el tiempo, alta rentabilidad poco repartida, con la consiguiente congestión de unos pocos núcleos urbanos (Jaca 2010, Sallent 2025), el olvido del resto y la actuación irreversible en la montaña.
Juan Antolín Coma.
*Profesor de Universidad.