La nieve se ha hecho esperar este mes de enero en el Pirineo aragonés, que ayer de madrugada recibió los primeros copos. Esta demora explica que las estaciones de esquí hayan abierto relativamente tarde y con pocos kilómetros esquiables, salvo en Cerler, que por su orientación, altitud y ubicación geográfica ha recibido más precipitaciones blancas que el resto.
La nevada de ayer de madrugada permitió abrir al 100% las estaciones turolenses, con cuatro centímetros de nieve fresca, según informó Aramón, aunque fue algo más «tímida» en el Pirineo, pese a las afecciones como el uso de cadenas en la carretera de acceso a Candanchú o en el Portalet. Desde mañana hasta el jueves se espera que las nevadas dejen las pistas en buenas condiciones para el fin de semana.
Mientras esto se concreta, la sequía del elemento blanco hasta ahora ha afectado directamente a la economía de los valles pirenaicos, en particular el del Aragón y el de Tena, así como a las estaciones turolenses. Al no haber nieve la pasada Navidad, pese a la innivación artificial de algunas pistas, la actividad descendió por término medio un 50% respecto al mismo periodo del año anterior, según fuentes del sector de alojamientos turísticos.
Sin embargo, en modo alguno puede considerarse que lo ocurrido este enero sea excepcional. Lo que se considera fuera de lo normal es que la nieve caída en abundancia en noviembre, y que constituía una preciosa reserva para la nueva temporada, se fundiera por el efecto combinado de lluvias intensas y temperaturas demasiado altas para la época.
«El comienzo del invierno ha estado caracterizado por el frío seco, las nieblas y las heladas», señala Rafael Requena, responsable de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Aragón. Desde el punto de vista del meteorólogo, el fenómeno es muy frecuente. «Hay un anticiclón invernal cada dos por tres», subraya.
«Muchos otoños, nieva a finales de octubre y en noviembre y se tiende a pensar que la nieve está garantizada para la campaña, pero puede que no sea así porque intervienen factores que pueden torcer la tendencia inicial», explica Requena. Por ejemplo, diciembre fue muy seco y enero lo ha sido hasta esta semana.
El motivo de este cambio, que se va a prolongar unos días, es que el anticiclón bajo el que se hallaba España desde hacía varias semanas se ha desplazado hacia las islas Azores. La sequía del comienzo del 2019 contrasta, apunta Requena, con las lluvias que cayeron en abundancia en periodos determinados del año pasado, «hasta el punto de que en Zaragoza y Teruel se alcanzó el máximo histórico de precipitaciones».
Las estaciones de esquí de los valles del Aragón y de Tena han capeado en cierto modo la situación gracias a la producción de nieve artificial, lo que les ha permitido abrir algunos kilómetros. Con todo, todos estos centros invernales estuvieron cerrados o poco activos para el puente de la Constitución y solo abrieron una vez empezada la Navidad.
Una dificultad añadida fue el fenómeno de la inversión térmica, que hacía que, mientras el valle del Ebro estaba sumido en la niebla, en la parte alta de los valles pirenaicos se pudiera llegar a los 18 grados a mediodía, como sucedió en Benasque.
«En la primera quincena, había días en que aquí, a primera hora de la mañana, teníamos cinco o seis grados sobre cero, mientras que en Sabiñánigo daban cuatro bajo cero», informa Pepín Masonet, dueño de Intersport Masonet, un comercio de Formigal especializado en artículos deportivos para el esquí y la montaña. «Así no había forma de fabricar nieve», concluye.
Para él no es ninguna novedad que enero llegue sin nieves. «Hubo un año, no sé cuál, en que la primera nevada cayó el 23 de enero», recuerda. «Y también fueron malos, o sea, secos, años como 1998 y el 2005», precisa.
En cambio, Paco Coduras, que regenta el hotel Villa de Canfranc, en la localidad homónima, no recuerda «una situación tan acuciante como la de este invierno». Los hoteleros y comerciantes de los lugares más próximos a las estaciones de Astún y Candanchú estuvieron la pasada Navidad con una mano sobre otra, sin apenas trabajo, dice.
Pero tampoco ve el fallo del tiempo como una novedad. «Ha habido otros años muy malos, como los primeros noventa y el 2007», señala, si bien entonces, como sucederá ahora, «acabó nevando en abundancia».
Andrés Pita, responsable de Astún, cree que se hace sensacionalismo con la escasez de nieve, y de la misma forma piensan en el grupo Aramón. «Con la nieve artificial se han abierto pistas y se está dando un excelente servicio», recalca el primero.