El insostenible modelo turístico de aramón

El Foro Zaragoza 2008 que organiza el Club de Marketing, reunió el pasado 28 de febrero a un panel de personalidades que habló y debatió con los asistentes al acto sobre el desarrollo del sector estratégico del turismo de nieve. De las cosas que allí se dijeron, quiero señalar las que nos trasladaron dos de los comparecientes: Francisco Bono, presidente de Aramón, y Michael Seeber, presidente del grupo empresarial Leitner, ubicado en la región italiana de los Alpes dolomitas. Ambos expusieron los dos modelos de desarrollo turístico de la nieve de sus respectivas zonas de origen, de los que quiero destacar algunos datos.

El señor Bono planteó la inviabilidad económica tanto de las estaciones invernales que recibían ayudas públicas para cubrir sus déficits de explotación -caso de Sierra Nevada- como del de aquéllas que todo lo fiaban a los únicos rendimientos derivados de la mera explotación de la actividad del esquí -citando para este caso como ejemplo las cinco estaciones de esquí catalanas que se encuentran actualmente en situación de quiebra. Defendió, por su parte, la vía aragonesa, consistente en participar de las plusvalías derivadas de los desarrollos urbanísticos que se producen en los municipios próximos a las estaciones de esquí. Tal es el caso de Aramón y de sus convenios con los ayuntamientos que, con el concurso y la intervención directa del Gobierno de Aragón, se han lanzado a posibilitar e incentivar la construcción de miles de viviendas unifamiliares y apartamentos en las proximidades de las pistas de esquí del grupo.

Por su parte, el señor Seeber nos habló de un modelo notablemente distinto cuando se refirió a la provincia autónoma de Bolzano de la que procede, en la que sus 1.200 kilómetros de pistas se llenan de un flujo de esquiadores provenientes de todos los puntos de Europa (entre los que destacaban los alemanes) y que acudían en masa de forma muy regular a lo largo de todo el año (no sólo en la temporada de esquí), gracias a sus más de 220.000 plazas hoteleras. El dato es impresionante, pero lo es todavía más si consideramos el hecho de que la región de los Dolomitas cuenta con poco más de medio millón de habitantes.

Se trata, pues, de un desarrollo turístico basado en una oferta esencialmente hotelera, lo que permite una gran capacidad de canalización de la demanda de nieve hacia los emplazamientos en donde este tipo de ocio se oferta. El resultado es muy satisfactorio. No solamente reciben, en términos absolutos y relativos, a un mayor número de visitantes que nosotros, sino que éstos provienen de más sitios, acuden de forma más regular a lo largo del año y se dejan en la zona 120 euros por persona y día de estancia frente a los 82 euros por persona y día del modelo Aramón. Todo ello sin una desmedida presión del urbanismo sobre el siempre frágil territorio de montaña y sin arruinar sus paisajes de ensueño.

Es posible que el modelo Aramón, tan ligado a la suerte de un ladrillo ahora en preocupantísima crisis, salve la cara de la cuenta de resultados económicos del turismo de nieve de Aragón en estos momentos. Pero, con la lógica empresarial de este contubernio (perdón, quería decir «consorcio») público-privado de esquí y ladrillo, uno tiene la certeza de que, si la cobertura de nuestros déficits de explotación del esquí la pagamos con recalificación va, apartamentos vienen (y de hoteles, poquica cosa, don Francisco), dentro de algunas décadas, en los foros estratégicos, las cinco estaciones en quiebra de las que se nos hable como modelo inviable sean las de Aramón y que las urbanizaciones hayan llegado hasta la cima del Balaitus.

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