Para que se hagan a la idea de cómo estamos de majaras, les cuento el sucedido de ayer. Resulta que la compañía aérea Pyrenair va a operar también desde el aeropuerto de Lérida (además de usar como base el de Huesca). Pero la novedad fue dada a conocer de forma un tanto confusa, y al principio algunos colegas entendieron que se iba a poner en marcha un vuelo regular ¡para conectar ambas ciudades! Claro, nos hemos acostumbrado a recibir y reproducir noticias tan extraordinarias que somos capaces de tragarnos cualquier cosa o al menos darla por verosímil.
Con la eterna expansión del esquí como único objetivo estratégico para la montaña, un proyecto olímpico en competencia con Cataluña, una empresa semipública (Aramón) dotada de enormes recursos financieros, una nueva frontera inmobiliaria por conquistar y la voluntad de hacer cualquier cosa para que no decaiga esta fiesta, incluso un enlace aéreo entre Lérida y Huesca podría ser factible. De hecho, al mismo tiempo que se producía el equívoco que cuento, empezaba a difundirse el proyecto para ampliar Cerler por el valle de Castanesa. Y dicho plan es tan invasivo y temible que, a su lado, cualquier delirio terrestre o aéreo se queda chico.
Castanesa deberá encajar decenas de kilómetros de nuevas carreteras y pistas, miles de apartamentos, enormes aparcamientos (uno de ellos, de 26.675 m2, en la ladera este del Aneto), 83,9 kilómetros esquiables, servicios, tomas de agua para innivación, protección antialudes (porque muchas infraestructuras se harán en zonas de riesgo), tendidos eléctricos… Las localidades de la zona revisarán sus planes de ordenación urbana, los terrenos afectados por el megaproyecto serán expropiados (cuestión de interés general, según parece), el coste total superará los cuatrocientos millones de euros que nadie piensa en amortizar pues constituyen «una inversión destinada a dinamizar social y económicamente el territorio».
Es indudable que algunos sí que verán su economía dinamizada. El impacto medioambiental será incalculable. Y esto no es un malentendido; es la realidad que se nos viene encima. P´a echarse a correr, hermanos.