Los alcaldes que tienen una estación de esquí en su municipio poseen un imán para turistas y un motor para la actividad económica, pero a la vez se enfrentan al no muy conocido desafío de tener que recibir a una avalancha de visitantes y reforzar los servicios entre nevadas y temperaturas bajo cero.
Desde los Pirineos hasta Sierra Nevada, con parada en Madrid, varios alcaldes han relatado cómo encaran estos días, en los que los contenedores se desbordan, hay que retirar la nieve de las calles y lucir la mejor imagen ante esquiadores llegados de toda Europa.
Cuando los montes se tiñen de blanco, los deportistas llegan de forma masiva y pueblos como Ezcaray (La Rioja) pasan a tener de 2.000 a 7.000 habitantes en los fines de semana buenos de esquí gracias a que allí se ubica la estación de Valdezcaray.
El alcalde de Ezcaray, Diego Bengoa, cuenta que «si hay nieve durante el invierno hay mucha más gente en el pueblo», lo que implica un «lleno» en los restaurantes y los bares de un municipio en el que una gran parte de la población trabaja unos cuatro o cinco meses al año gracias al turismo.
Y reivindica que se reconozca que su municipio cuenta casi todo el año con más habitantes de los censados, porque eso les permitiría tener una financiación adecuada y compensar los esfuerzos del Ayuntamiento.
Para atender a los esquiadores, Ezcaray reclama un nuevo depósito de agua y dispone de los mismos contenedores -137- que cualquier otra población diez veces superior.
En Espot (Lérida), un municipio ubicado en la turística Vall de Boí, hay movimiento durante todo el año, pero su alcalde, Joan Perelada, asegura que cada invierno le pone «un par de velas a la Virgen para que nieve y así llegue la gente».
«En esta comarca -explica- vivimos prácticamente del esquí; hay entre 400 o 500 personas ligadas a la nieve de los 5.000 que somos». En un fin de semana de la temporada invernal, Espot (1.070 habitantes) acoge a unas 2.000 personas más, la totalidad de su capacidad hotelera.
Otro de los municipios con una economía ligada al esquí es Cerler (Huesca), ubicada en el valle de Benasque y que, pese a contar con 2.300 habitantes censados, atiende en invierno picos de hasta 8.000.
«El esquí es una gran fuente de ingresos y genera puestos de trabajo estacionales, pero también es un sobrecoste para las arcas municipales», explica el teniente de alcalde, Javier Abadía.
Coincidiendo con la temporada, entre noviembre y abril, Cerler alquila terrenos para convertirlos en aparcamientos en donde los visitantes puedan dejar sus vehículos, y arrienda una parte del centro de salud municipal a una mutua de seguros que atiende a los esquiadores accidentados.
Cerler ofrece a sus residentes temporales los mismos servicios que a la población censada y durante la temporada habilita más plazas en la guardería municipal.
Esfuerzos similares llevan a cabo en Sallent de Gallego, un municipio de 1.500 habitantes situado también en Huesca y donde se encuentra la estación de Formigal, que algunos días acoge hasta a 15.000 esquiadores. Entre los servicios complementarios del Ayuntamiento, el alcalde, Jesús Jericó, destaca un autobús público que parte desde el pueblo hasta la estación de esquí.
«También se aumenta el número de recogidas de basura, porque la zona de Formigal pasa de tener unos 200 habitantes el resto del año a unos 10.000, y organizar eso es complicado», dice el alcalde, que apunta que el consumo de agua se dispara y que los trabajadores municipales hacen horas extraordinarias.
Asegura que casi todo lo que trae la nieve son «ventajas», y aunque los puestos de trabajo son temporales, el turismo ha mantenido la población de Sallent. «Tenemos 100 niños en el colegio, y eso da vida», expone.
¿Y qué pasa en la localidad granadina de Monachil? Allí el pueblo vive pendiente de Sierra Nevada, aunque el municipio no es «rico», como cree mucha gente, ya que las pistas las gestiona una empresa pública andaluza, recuerda su alcalde, Félix Rodríguez.
El alcalde reivindica una mejora de la financiación porque esto le supone «muchos gastos», pero no le genera «ingresos» directamente. «No puede ser que los vecinos de Monachil paguen los servicios que hay que dar a los visitantes que con todo el gusto del mundo estamos recibiendo», apostilla.
Apuesta por buscar una «fórmula» para que los propios esquiadores sufraguen los gastos que generan como un «coste más del viaje».
Lógicamente, continúa Rodríguez, la estación beneficia a Monachil al generar empleo y actividad, aunque no se ha sabido «aprovechar» por parte de los vecinos. La mayoría de negocios relacionados con la nieve son de ciudadanos que vienen de otras partes de España.
Debido a la llegada de en torno a un millón de visitantes durante la temporada, tienen que reforzar servicios y tener en nómina hasta 19 policías locales, frente a los siete que suelen tener como media los municipios que rondan los 7.000 habitantes.
A las 9.00, el aparcamiento del Puerto de Navacerrada ya está completo durante estos fines de semana, explica la alcaldesa de Navacerrada (Madrid), Izaskun Urgoiti, que califica de «impresionante» la llegada de visitantes por la nieve.
No obstante, al tratarse de turistas «de día» que se acercan principalmente desde Madrid y Segovia, afecta especialmente al servicio de limpieza. Navacerrada refuerza los servicios de personal de calle para poder quitar nieve, limpiar las aceras y abrir las vías de salida, entre otras acciones.
Y, además, advierte que deben tener mucho cuidado en el uso de la sal porque estropea las aceras y se come el hormigón.
‘Año de nieves, año de bienes’, piensan muchos de ellos, a la vez que organizan aceleradamente los turnos de la policía.