El cambio climático podría provocar pérdidas millonarias en las estaciones de esquí del pirineo

Uno de los mayores desafíos al estudiar el efecto del cambio climático es establecer la relación entre los impactos físicos y los cambios medioambientales, por un lado, y entre estos y las implicaciones humanas, por el otro.

Una investigación internacional, en la que participa la Universidad Politécnica de Cataluña, ha estudiado el caso particular de Andorra y ha demostrado que, previsiblemente, el aumento de temperaturas como consecuencia del cambio climático supondrá una menor duración de la temporada de esquí en las estaciones del principado.

Asimismo, se prevé, dependiendo el escenario de cambio climático previsto, una caída en los ingresos y la menor capacidad de adaptación proporcionada por las máquinas de producción de nieve de cultivo.

El trabajo, que ha sido publicado en la revista Climate Research, estima un menor número de esquiadores, particularmente en las estaciones de esquí situadas a menor altitud.

Las regiones de montaña se consideran especialmente vulnerables ante los efectos del cambio climático. “La rápida disminución de los glaciares, los cambios en la cantidad y la frecuencia de las nevadas y las variaciones en los niveles y distribución de la biodiversidad, son ejemplos que demuestran la alta sensibilidad de los ecosistemas montañosos”, explica a SINC Marc Pons, del Laboratorio de Medida y Modelización de la Sostenibilidad de la Universidad Politécnica de Cataluña y del Observatorio de la Sostenibilidad de Andorra, coautor del trabajo.

Andorra es un país pequeño en medio de los Pirineos, entre Francia y España, con una población de aproximadamente 80.000 habitantes. Recibe unos 10 millones de turistas cada año, según datos de Andorra Turisme 2010, especialmente en la temporada de invierno. El turismo de nieve es una de sus principales fuentes de ingresos para el desarrollo local.

El estudio ha analizado tres estaciones de esquí del principado, Grand Valira, Pal-Arinsal y Arcalís, y se basa en tres escenarios posibles como consecuencia del cambio climático: la situación actual y dos posibles condiciones futuras.

De estas dos últimas, la primera considera un aumento de 2 ºC en la temperatura media en invierno, mientras la segunda se basa en una subida de 4 ºC.

“Hemos empleado esas cifras de aumento de temperatura basándonos en dos de los escenarios del informe SRES del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, IPCC, y que se prevén como plausibles para el Pirineo a finales del siglo XXI”, comenta Pons.

Con esas estimaciones han analizado posibles consecuencias, como la reducción temporal de la temporada de esquí, la consiguiente disminución del número de esquiadores y los gastos de estos al visitar la región.

Importancia de la altitud

En la investigación, la altitud a la que se sitúa el dominio esquiable aparece como “uno de los factores más determinantes en la vulnerabilidad de las estaciones”, comenta Pons. Han valorado la futura cobertura de nieve en cada uno de los complejos turísticos a varias altitudes: a 1.500 metros, a 2.000 y a 2.500.

Pons añade que estudiar distintas altitudes “es importante al analizar la capacidad de las estaciones para compensar la variabilidad climática mediante la producción de nieve de cultivo”. En las últimas décadas “las estaciones han invertido cantidades significativas de dinero en la producción de nieve artificial”, señala.

En el caso de Andorra, en torno al 50% de las áreas de esquí están cubiertas por estos sistemas de producción de nieve.

Además, el investigador explica que existe “una gran variabilidad dentro de una misma región, lo que nos lleva a hablar de dos grupos de estaciones: unas más vulnerables y otras más resilientes, como Arcalís”.

En concreto, si la temperatura aumentara 2 ºC en invierno, solo las áreas más bajas de Pal-Arinsal se verían afectadas y la duración de la temporada se reduciría un 30%, por lo que la reducción del número de esquiadores y su inversión en la región sería muy pequeña.

En cambio, de producirse un aumento de 4 ºC, los tres complejos turísticos sufrirían reducciones serias en sus zonas situadas a menor altitud, donde ni siquiera las máquinas de producción de nieve de cultivo podrían ayudar a mantener la temporada de esquí. Sin embargo, las áreas más altas se mantendrían estables durante toda la temporada.

Situación delicada de Pal-Arinsal y privilegiada de Arcalís

La situación más crítica sería la de Pal-Arinsal, que no podría seguir funcionando, ni siquiera con máquinas de producción de nieve, mientras Grand-Valira y Arcalís sí continuarían adelante, aunque con un periodo de esquí más corto.

En este contexto, se registrarían un 15% menos de visitantes, con unas pérdidas estimadas de aproximadamente 50 millones de euros por temporada. En este caso, los complejos con mayores cifras de visitantes –Pal-Arinsal y GrandValira– se verían afectados tanto al comienzo como al final de la temporada.

Sin embargo, “más que la cifra propiamente dicha lo realmente importante es la capacidad de poder relacionar los cambios físicos”, comenta Pons.

El investigador apunta a que pese a la importancia de la altitud, “existen otros factores determinantes, como la orografía y la orientación, que tienen una fuerte influencia y por lo tanto tienen que ser tenidos en consideración en futuros estudios”.

Con este tipo de estudios las administración públicas pueden conocer con mayor profundidad y detalle qué zonas o estaciones se presentan más vulnerables a los efectos del cambio climático, cuál puede ser la horquilla de posibles impactos y qué medidas de adaptación son las más adecuadas para cada caso concreto.

Referencia bibliográfica:

Marc Pons-Pons, Peter A. Johnson, Martí Rosas-Casals, Bàrbara Sureda, Èric Jover. “Modeling climate change effects on winter ski tourism in Andorra”. Climate Research.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *