El cambio climático amenaza el esquí a menos de 2.000 metros en el pirineo

El cambio climático hará que en el Pirineo cada vez sea más difícil esquiar por debajo de los 2.000 metros de altitud. Un reciente estudio realizado por la Universidad de Ginebra revela que en las próximas décadas la temperatura media de esta cordillera subirá entre 2 y 3 grados en los meses de invierno, lo que unido a un descenso de las precipitaciones provocará que la línea de nieve suba de los 1.500 metros actuales al entorno de los 2.000.

Ese incremento de la cota esquiable estará relacionado, fundamentalmente, con el ascenso de la isoterma 0ºC, nombre científico con el que se denomina a la altura en la que la temperatura media es de cero grados -la nieve sólo puede mantenerse a partir de ese nivel-.

La subida tendrá efectos muy negativos en las estaciones de esquí. Sin ir más lejos, los cinco centros invernales del Pirineo aragonés tienen buena parte de sus pistas entre los 1.500 y los 2.000 metros, situación que se extiende a la práctica totalidad de instalaciones catalanas o andorranas. Además, también se complicará la creación de nieve artificial.

Hasta ahora, varios informes realizados por el Ministerio de Medio Ambiente y por la Generalitat de Cataluña ya habían previsto que los complejos de nieve situados por debajo de los 2.000 metros tendrán grandes dificultades para subsistir. El estudio que acaba de elaborar el Grupo de Cambio Climático e Impactos Climáticos de la Universidad de Ginebra respalda esas predicciones con datos.

El gran avance de ese trabajo es que por primera vez los investigadores han evaluado el impacto en el Pirineo de los cambios predichos por diversos escenarios climáticos regionales -hasta ahora, todos los informes difundidos eran nacionales o continentales-. Uno de esos científicos es el aragonés Ignacio López Moreno, doctor en Geografía por la Universidad de Zaragoza, experto en Hidrología que colabora con el Instituto Pirenaico de Ecología y miembro del citado grupo de investigación suizo, uno de los más prestigiosos en esta materia.
El manto blanco ya es menor

«Puede parecer sensacionalista, pero el cambio climático no ha hecho más que comenzar -advierte López Moreno-. En lo que se refiere a la innivación del Pirineo, ya hemos visto que en los últimos 25 años la cantidad de nieve acumulada es sensiblemente menor a la de los 25 años anteriores, y las previsiones para el futuro indican que esto no ha hecho más que comenzar».

Ese descenso en la innivación del que habla el investigador aragonés viene recogido en un estudio anterior en el que el propio López Moreno analizó la evolución del manto de nieve en el Pirineo central -desde el Aragón hasta el Noguera Ribagorzana- en la segunda mitad del siglo XX.

Tal y como se puede apreciar en la gráfica adjunta, la tendencia del periodo 1975-2000 es claramente a la baja respecto al intervalo 1950-1975. La disminución de la capa de nieve no puede concretarse en una cifra, ya que la ausencia de datos anteriores a la década de los 80 obligó a crear un índice de referencia. Sin embargo, se trata del primer estudio de estas características que profundiza en la innivación del Pirineo, y sirve para ratificar lo que los esquiadores y los habitantes del Alto Aragón comentan desde hace años: que cada vez nieva menos.

Las predicciones de futuro

El trabajo que acaban de realizar López Moreno y otros dos científicos de la Universidad de Ginebra trata de predecir cuáles serán los efectos del cambio climático en el Pirineo en las próximas décadas. A partir de seis modelos numéricos de gran definición que permite concretar las condiciones atmosféricas de una región cada 50 kilómetros, estos tres expertos han calculado cómo será el clima de esta gran cordillera en el periodo 2070-2100.

Los resultados obtenidos asustan: para entonces, se espera que las temperaturas medias hayan subido entre 2 y 3 grados en invierno y entre 3,5 y 6 grados en verano. «Teniendo en cuenta que la temperatura media aumenta 0,6 grados cada 100 metros, la línea de nieve del Pirineo se elevará entre 300 y 500 metros en las próximas décadas», explica López Moreno. De esta forma, la cota esquiable pasará de los 1.500 metros actuales a alrededor de 2.000.

A este panorama hay que sumarle la predicción sobre precipitaciones, que aunque ofrece una mayor probabilidad de error coincide en señalar que en el Pirineo lloverá o nevará menos, sobre todo en los meses de verano. Durante el estío la disminución será de entre el 38 y el 44%, mientras que en invierno ese porcentaje se reduce a entre el 11 y el 15%.

Dificultades garantizadas

Las consecuencias para el turismo de invierno de estas variaciones vienen recogidas en el Informe Preliminar de Impactos del Cambio Climático en España del Ministerio de Medio Ambiente. En él se advierte de que «los complejos situados por debajo de los 2.000 metros podrían desaparecer o reconvertirse hacia otras modalidades turísticas».

«Las estaciones de esquí se verán obligadas a subir en altitud y a incrementar sus inversiones en cañones para la producción de nieve artificial -continúa el documento-. De todos modos, la irregularidad de la innivación y el acortamiento de la temporada por el retraso en la aparición del manto blanco y el empeoramiento prematuro de su calidad en primavera no garantizarán la rentabilidad de las inversiones en ciertos espacios geográficos».

Ante este panorama, los expertos que colaboraron con el Ministerio recomiendan ordenar los proyectos de ampliación o de creación de nuevas estaciones «para evitar construir infraestructuras que a medio plazo pueden quedar obsoletas». Además, piden que se gestione «de manera responsable» el resto de recursos -paisaje, patrimonio…- incrementando su valor como aliciente turístico. «En el futuro pueden ser una alternativa y sustituir a la nieve como atractivo», recuerdan.

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