Con perdón
JOSE LUIS Trasobares 19/05/2005
Me disculparán ustedes si a veces parezco un poco presuntuoso, pues les juro que no es ésa mi intención. Si hablo tanto de las contradicciones que se están dando en Aragón entre el pensamiento tradicional, tan conservador y anacrónico, y los planteamientos más actuales, no es (¡válganme los
dioses!) por menospreciar a nadie, sino por el deseo de profundizar en nuestras manías y peculiaridades colectivas. Considérenlo una simple e inocente manía y no se me enfaden.
Pero es que no bailamos al ritmo de los tiempos. Les pongo un caso: El otro día leí las declaraciones de un señor que se llama Francesco Frangialli y que advertía sobre la necesidad de cambiar el modelo que sigue actualmente la industria del esquí. A tal caballero le preocupan mucho las consecuencias del cambio climático y el fenómeno de esas estaciones invernales con accesos de gran capacidad, a las que la gente llega con su coche, esquía y se va sin pernoctar ni hacer más gasto. Ambas cosas, aseguraba, interactúan perversamente, pues el movimiento masivo de automóviles agrava el efecto invernadero, que a su vez eleva las temperaturas y acorta la temporada de nieve.
Y ahora pensarán ustedes que el tal Frangialli es un ecologista radical. Pero resulta que su cargo es el de secretario general de La Organización Mundial de turismo y las reflexiones antedichas las hizo en el IV Congreso Mundial de Turismo de Nieve y Montaña celebrado en Andorra allá por abril.
¿Captan lo que les quiero decir? El mundo civilizado va por otros derroteros. No es tanto cuestión de ideología como de información. En Aragón, buena parte de los líderes políticos o sociales y de la propia ciudadanía de a pie creen de buena fe (o casi) en propuestas que se quedaron viejas hace decenios. Es cierto que de vez en cuando esa inercia se rompe y se producen pequeños o grandes milagros. Pero hay que avanzar más deprisa y más lejos. Dicho sea con el debido respeto.