Agua: el pirineo francés al límite

En un principio, el invierno había sido suave con temperaturas dignas de un bonito otoño o casi de una primavera. En contrapartida, pocas lluvias otoñales e invernales al pie del Pirineo francés y nieve escasa en las montañas. ¡Otro detalle anormal para esta temporada, la osa Sarousse originaria de Eslovenia aún merodeaba a mediados de enero por los montes del Comminges, sin haber entrado en fase de hibernación!.

Tomarse un café o una cerveza afuera en la terraza de un bar del centro de Toulouse, los consumidores lo veían como una bendición. Hasta ahora, pocos habitantes de la capital de Midi-Pyrénées se fijaban en el caudal del Garona a la altura del Bazacle, un azud en medio del río que desvía una parte del curso hacia una central hidroeléctrica. Habitualmente, el agua que sobra cae por encima de la presa, excepto tradicionalmente a finales del verano. Pero desde hace dos años, pocos días se ha visto manar la cascada del Bazacle, cada vez son mas escasos. Cayó un buen chubasco en octubre del 2006 que hizo desbordar los pluviométros y unas pocas lluvias muy por debajo de lo normal.

¡Y ahi tenemos el lamentable espectáculo: el soberbio y ancho Garona bajo el Puente tolosano de los Catalanes casi a secas, entre playas tristes y rocas sucias, con menos de la mitad de su caudal habitual!. Solo los cormoranes y las garzas que pescan en las charcas dejadas por el curso de agua atónico se aprovechan de la situación.

Las aguas del Garona nacen y crecen en los Pirineos : Ariège, Comminges y Valle de Arán (una fuente en Aragon en el Forau de Aigualluts bajo el Aneto). Las lluvias y la nieve escasa en las cumbres pirinaicas han contribuido en menguar «la Garonne» hasta niveles bajísimos. «Desde hace varias semanas, los caudales varían de 40 a 50 metros cúbicos por segundo», observa un técnico del Sindicato mixto de estudio y de aprovechamiento del Garona (SMEAG en francés), un organismo público que toma el pulso del río mas importante del Sur-Oeste de Francia cuya desembocadura acaba en el Atlántico, mas allá de Burdeos. «Normalmente, esta cifra ronda por lo menos los 100 metros cúbicos por segundo en Toulouse. Para el medio ambiente, no es demasiado grave por ahora pero si no cae nieve, este próximo verano puede resultar complicado. Solo por hablar de una tema sensible: la agricultura…». La alarma podría llegar si las cosas no cambiasen de cara a la primavera.

Alarma en la montaña con los caprichos de la nieve

En los valles de la vertiente norte y en las estaciones de esquí todos dependen y esperaban la nieve a mediados de diciembre para la vacaciones de Navidad. Las familias apenas pudieron esquiar pero hubo pocas anulaciones a nivel de reservas. Con temperaturas tan suaves, los cañones de nieve artificial no podían entonces funcionar con normalidad. Por fin volvió el frío y cayó la capa blanca tan esperada durante la semana del 23 de… enero (¡mes y medio más tarde!), aunque de manera insuficiente y muy irregularmente según los lugares. Y muy poca en la parte oriental.

El valle del Aure es uno de los seis valles que forman los Altos Pirineos
Antes del 23 de enero, la nieve se encontraba de manera uniforme a partir de la cota 1700 m en la umbría y en la solana había que subir hasta 2400 m para toparse con ella. Para esquiar, había que alcanzar los 2200 m pero esas zonas estaban en mayoría recubiertas de una capa helada o dura. Gracias a la nevada del 23 de enero, los espesores de nieve han mejorado: 90 cm a 2400 metros de altitud en la umbría en los Altos Pirineos pero solo 20 cm a 1500 metros. En la parte central por encima de Luchon, la capa es solo de 20 cm a 2100 metros en la umbría (10 cm en la solana), de 25 en la zona de Ariège-Couserans a la misma altitud y tambien de 15 cm a 2500 metros en la région de Capcir-Puymorens, la Cerdaña francesa.

Además, la cantidad de nieve resulta francamente insuficiente para hacer reservas hidrólogicas para este verano y abrir la totalidad de los remontes y de las pistas de esquí. En el Ariège, las dos estaciones de esquí de fondo (Beille y Chioula), situadas a mediana altitud (2000 y 1500 m) carecen de nieve casi por completo. En Beille, solo tres pistas han abiertas y Chioula está cerrada por completo. En la otra ladera del valle, en Bonascre-Trois Domaines (esquí de remonte), por encima de la ciudad termal de Ax-les-Thermes, la estación abrió sus pistas a 25 % de sus capacidad con 25 cm en lo alto.

Mas arriba, el famoso complejo Pas de la Casa-Grau Roig en Andorra solo cuenta con 30 cm en lo alto de sus pistas y 20 cm abajo, con 50 % de su dominio esquiable abierto y a pesar de sus 427 cañones de nieve artificial. En el Pirineo central, Piau-Engaly, accessible por Aragón desde el túnel d’Aragnouet-Bielsa, tiene la mitad de sus pistas abiertas con 70 cm de nieve arriba y 40 cm abajo. En Gourette, en el Béarn, hay que subir à 2450 m para encontrar 60 cm de nieve… Esas alturas están muy por debajo de lo habitual.

Si los próximos meses no son mas húmedos, habrá que prepararse a pasar un verano fuera de lo normal. Una situación que se puede equiparar con la de los españoles al sur del Pirineo que conocen la escasez de agua cuando no llueve lo suficiente en las montañas.

Escenarios para la nieve en el 2050

Muchos meteorólogos apuntan al calentamiento global como posible responsable de la situación que vive este invierno el Pirineo y de las anomalías climáticas ya registradas en todo el planeta. Segun una hipótesis comunmente admitida por los expertos del clima mundial, en el año 2050, la temperatura invernal podría subir de un grado al nivel mundial. Eso significaría en nuestras montañas la subida del isotermo (es decir el » 0″ grados) a una altura comprendida entre 500 y 1000 metros de altitud, lo que supone unos cambios tremendos para la frágil fauna y la vegetación en altitud, pero tambien la necesidad de subir aún mas para encontrar la nieve en las estaciones de esquí. Con las consecuencias que uno puede imaginar sobre un medio natural muy fragil en los pisos alpino y nival si las empresas del oro blanco se empeñan en seguir con su negocio.

Con el cambio climático, los modelos matemáticos apuntan a gran escala el escenario que estamos viviendo : menos lluvia, nieve más escasa o menos duradera, reservas de nieve que se derriten antes del verano, glaciares amenazados de desaparición, pertinaz sequía, veranos aun más calurosos…
Según Franck Roux, investigador al Observatorio de Midi-Pyrénées (OMP) en Toulouse, las estaciones tendrán que tener en cuenta este trastorno medioambiental e interrogarse sobre su futuro.

Otras predicciones para 2050 o finales del siglo XXI apuntan que con dos grados más de temperatura de media, el periodo de nieve bajaría de un mes entre 1500 y 2000 metros. Estas mutaciones van a complicar aún más el porvenir de unas estructuras contruidas en los años sesenta, en un período mas frío y de auge económico. Desde hace una década, estas estructuras se han diversificado con actividades menos dependientes de la nieve : desarrollo del senderismo (raquetas) y apertura de nuevos senderos, albergues rurales, centros termo-lúdicos y de relajación, complejos de hielo en pavellones cubiertos con pistas de patinaje… Ademas, con el apoyo del Estado, los ayuntamientos y los equipos comerciales de las estaciones se adaptaron a inviernos caprichosos, invirtiendo en equipos de nieve artificial. Pero los cañones se pueden convertir en un rompecabezas o, peor, en una pesadilla si un día el agua viene a faltar. Primero, ese material que ayuda a mantener la capa de nieve y a guardar la clientela de esquiadores cuando ésta última falta, resulta muy costoso para las cuentas de las estaciones, muchas de ellas con gestión municipal, es decir pública, una particularidad francesa. Segundo, los cañones necesitan agua, mucha agua. Hay que recogerla en la montaña, a veces transvasándola de una vertiente a otra, abrir zanjas, colocar tuberías, almacenarla en estanques o depósitos con un alto coste medioambiental. Y ademas si la cantidad de nieve sigue disminuyendo cada año, las reservas para los cañones terminarán agotándose como en el cuento de la lechera. Y las estaciones no podrán pagar los créditos que han pedido. En esas condiciones ¿ cuántas estaciones podrán prosperar económicamente, y cuántas tendrán que cerrar ? Por ahora, nadie tiene la respuesta.

Las estaciones de esquí sufren…

La falta de nieve para las estaciones de esquí de la vertiente francesa tiene efectos dolorosas para las economías de los valles. Los cincos últimos inviernos han sido generosos en cantidad de nieve, en frequentación turística y en volumen de negocios (100 millones de euros en 2006). Ademas, los ayuntamientos y las empresas privadas que manejan los dominios esquiables se han comprometido contratando nueva mano de obra, hoy día en el paro o con las manos en los bolsillos. El año pasado, 12 000 personas trabajaron en los remontes, en las pistas y en las oficinas de la industria de la nieve en el Pirineo francés, según la Confederación pirinaica del turismo. Ademas, cuando un esquiador echa un euro en la hucha de una estación de esquí, son por lo menos seis euros que son inyectados en la économía de todo un valle. Cuando ese euro falta o disminuye, toda esa dinámica se rompe.

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