A precio de oro

No saben ustedes lo que me alegro de que Formigal haya vendido en esta temporada más forfaits que Baqueira. Ya que hemos invertido en nuestras estaciones de esquí ingentes cantidades del dinero común (ciento cuarenta y tantos millones de euros tan sólo en los últimos cuatro años) por lo menos démonos el gustazo de mojarles la oreja a los vecinos catalanes. Pero, entonado el aleluya, cabría plantearse tres cuestiones que flotan oscuras sobre este luminoso éxito.

La primera tiene que ver precisamente con el carácter público del sector de la nieve aragonés. Aramón ha sido hasta la fecha una sociedad estrepitosamente deficitaria, cuya financiación ha exigido constantes aportaciones de sus socios (DGA e Ibercaja). Hablamos de decenas de miles de millones de las viejas pesetas o , si lo prefieren, de cientos de millones de euros. Habiendo ganado la primacía en el negocio del esquí, ¿dejará éste de ser un devorador de subvenciones?, ¿podrá funcionar con una cierta normalidad y algún beneficio?, ¿o más bien continuará creciendo el agujero que arrastra históricamente y que hemos de cubrir entre todos?

El segundo se refiere a que esta temporada (sin duda excepcional en cuanto a precipitaciones) ha producido enorme euforia entre los grandes padres blancos, ya no les basta ni con Castanesa y quieren llevarse por delante Canal Roya, Izas o lo que haga falta. Carreteras de acceso, aparcamientos, telecabinas, instalaciones… y urbanizaciones, claro, puesto que ahí y no en otra parte radica el beneficio. Estamos ante una espiral sin fin que no copia las prácticas que se dan hoy en otras regiones europeas de alta montaña, sino muchos de los desatinos medioambientales que se produjeron allí en los años sesenta y setenta.

El tercero es más simple: ¿Alguien se imagina qué efecto hubiera tenido en otros sectores económicos del Pirineo una lluvia de millones como la vertida sobre las estaciones de esquí? Un ejemplo: desde el 2004, Formigal le han caído más de veinticinco millones de euros al año. Casi nada lo del ojo, y lo llevaba en la mano.

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