La intensa actividad urbanística que registra el Pirineo ha provocado un notable –en ocasiones desorbitado– incremento del precio del suelo que se agudiza en algunas zonas como La Ribagorza, en la que Aramón –la promotora de estaciones de esquí participada al 50% por la DGA e Ibercaja– concentra algunos de sus proyectos, como la apertura del complejo de Castanesa, en la vertiente oriental de la comarca, o la ampliación de Cerler, en la occidental. Las inmobiliarias firman opciones de compra de terrenos rústicos –prados, eriales y tierras de monte calificadas como rústicas– por encima de 240.000 euros –40 millones de las antiguas pesetas–.
Según explicaron vecinos de la zona, las promotoras han firmado en el término de Montanuy –donde promueve Castanesa– opciones de compra de suelo a 240.000 euros la hectárea, cien veces más –como poco– por encima del precio de ese suelo sin recalificar para usos urbanísticos. Algunas de las operaciones incluyen cláusulas tan beneficiosas como leoninas para los vendedores: reciben el 15% del precio tras firmar el preacuerdo, que tiene un plazo de materialización de dos años. Si pasado ese plazo la empresa no lo ejecuta, tienen una ganancia limpia. Si deciden rescindirlo para entregar la tierra a otro promotor, deben devolverlo y pagar una indemnización de la misma cuantía.
Las primeras operaciones de compra efectuadas por Aramón han tenido varios efectos. Uno, obvio, hacerse con tierra en un término municipal en el que se está finalizando la redacción del Plan General de Ordenación Urbana. Otro, lógico, que otras promotoras comiencen a hacerse con ubicaciones estratégicas adquiriendo terrenos junto a las islas que adquiere la empresa mixta de la DGA e Ibercaja. Un tercero, de retruque, que suba el precio del suelo. Y un cuarto, que en esta situación puede considerarse cualquier cosa menos inesperado, que la disposición de los vecinos a vender se retraiga.
Muchos de ellos son conscientes de que hace apenas año y medio se cerraron operaciones por debajo de 30.000 euros la hectárea en pueblos cercanos. La ecuación es sencilla: si en menos de veinte meses el precio se ha multiplicado por ocho, no hay ninguna prisa para deshacerse del suelo.
Y mucho menos cuando en el valle comienzan a conocerse las operaciones inmobiliarias y de compra-venta de suelo que se están llevando a cabo. En Castejón de Sos ha llegado a pagarse terreno rústico colindante con las últimas fincas urbanizables a más de 2,5 millones de euros la hectárea –entre 40.000 y 50.000 pesetas el metro cuadrado–.
Fuentes del sector inmobiliario señalaron que en un núcleo de Benasque se ha llegado a desembolsar 6 millones de euros por el terreno –ya urbanizado, con la calle construida y los servicios básicos operativos– para construir cien pisos.
Las mismas fuentes, que consideraron baratas las operaciones de compra-venta de suelo en la capital de la Ribagorza por debajo de 360 euros el metro cuadrado y tasaron en torno a los 1.500 el suelo urbanizado, advirtieron de que el mercado de venta de pisos está comenzando a enfriarse.