La evolución del clima en los Pirineos ha constatado que los veranos son cada vez más largos y los inviernos más cortos debido al cambio climático que ha provocado el aumento de la temperatura en 1,2 grados desde 1960. Unos condicionantes que afectan al sector turístico por la probabilidad que se produzcan riesgos naturales, pero también arrojan puntos positivos al alargarse la temporada estival que permite disfrutar más tiempo de la naturaleza.
Estas cuestiones están siendo analizadas en las Jornadas sobre Turismo Sostenible Transfronterizo, que se celebran desde ayer en la residencia universitaria de Jaca. Se incluyen en el Máster Hispano-Francés, que imparten la Facultad de Empresa y Gestión Pública de Huesca y el Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio del campus de Pau. El encuentro reúne a cerca de noventa investigadores, profesionales y estudiantes.
El impacto del cambio climático en el turismo de montaña es una de las cuestiones que aborda el Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC), una iniciativa de cooperación transfronteriza de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos. «Analizamos cómo evoluciona el clima en los Pirineos, con los datos que tenemos de la Universidad de Zaragoza, Aemet y Meteo France», explicaron Idoia Arauzo y Juan Terrádez, coordinadores del OPCC.
Y sus investigaciones han detectado ese aumento de 1,2 grados. Un dato superior incluso al de otras zonas ya que las montañas «son territorios frágiles porque albergan mucha diversidad y muchos tesoros culturales y de patrimonio natural, y además son centinelas del cambio climático, porque es donde visualizamos más y antes sus impactos».
Estos condicionantes tienen su impacto en el turismo de montaña. Según los coordinadores del OPCC, los inviernos son más cortos y suaves, algo que tiene una repercusión directa en las estaciones de esquí, «pero muy diferenciado en función del centro, de la altitud… La capacidad de adaptación de cada uno es muy diferente en función de su situación», aclararon. Como consecuencia, la nieve dura menos, hay menos días de nevadas y la cota cada vez es más alta.
El cambio climático también condiciona que existan riesgos naturales que pueden afectar a infraestructuras, «como una inundación provocada por lluvias torrenciales que puede llevarse por delante un campin, un deslizamiento de tierra que bloquea una carretera y el paso de turismo, o avalanchas de nieve».
Pero también hay impactos positivos: «Como el verano es más largo puede dar pie a que las temporadas de senderismo y de turismo estival se alarguen», señalaron los investigadores.
La tendencia es que siga aumentando la temperatura, mientras que las precipitaciones no disminuyen, sino que cambian los patrones, y auguran cada vez más lluvias torrenciales y fenómenos extremos. «Los episodios de sequía cada vez serán más graves, y las olas de calor más frecuentes, largas y severas», advirtieron.
La actividad de las jornadas se trasladará hoy a Aramón Formigal, donde se analizarán las formas de adaptación al cambio climático de las estaciones de esquí.