La telecabina de la Expo se desmontará casi siete años y medio después de dejar de funcionar. La UTE Aramón-Leitner, encargada de la infraestructura, recibirá el miércoles el permiso del Ayuntamiento de Zaragoza para llevarse los postes, el cableado y las cabinas. De momento, no ha trascendido si la reaprovecharán en alguna de sus instalaciones o si la venderá a algún otro complejo de esquí.
Aramón pidió el permiso para desmantelar la telecabina hace varios años, pero hasta ahora no había mostrado interés en ejecutar el traslado. Hace dos meses, solicitó a Urbanismo que reactivara el expediente. Según fuentes consultadas por este periódico, en esta ocasión la intención es hacer el desmontaje «de inmediato». Desde Aramón siempre se ha insistido de que si la instalación se desmonta es para volver a colocarla en otra estación, porque si se queda almacenada «se muere».
La empresa de la nieve deberá llevarse las más de 70 cabinas –hace tres años se descolgaron de los cables y se recogieron en las dos estaciones de los extremos–, los postes y el propio cable. Las dos estaciones ubicadas en los extremos (en La Almozara y en el parquin del parque del Agua) se quedan donde están. La única prescripción que impone el Ayuntamiento para las obras es que el terreno se quede en las debidas condiciones, y que por tanto se eliminen las zapatas.
Aramón de momento no ha hecho público qué hará con esta estructura. A lo largo de estos años se han barajado dos opciones principales: la recolocación en alguna estación del propio grupo (se habló de Formigal) o la venta a otra empresa (se llegó a negociar con la estación andorrana de Grandvalira). El coste del desmontaje y traslado de la telecabina se cifró en su día en unos 700.000 euros, aunque esta cantidad se multiplicaría si se suma la reinstalación en un punto del Pirineo. No obstante, en caso de venta los gastos de traslado correrían de cuenta del comprador. Hay que tener en cuenta que la inversión en su día se elevó por encima de los 11 millones.
La telecabina de la Expo lleva sin uso desde el 19 de febrero de 2011. Instalada en Ranillas con motivo de la muestra internacional pero con vocación de continuidad –se firmó un contrato por 25 años–, estuvo funcionando dos años y ocho meses. Tenía poco más de un kilómetro de longitud, y el viaje duraba unos cinco minutos. Más allá del puro placer de sobrevolar el Ebro, apenas tenía utilidad, ya que iba «de ningún sitio a ninguna parte», como decía algún concejal del Ayuntamiento.
Cuando cerró la Expo, la instalación pasó a ser altamente deficitaria. Entre 2009 y 2010, generó unas pérdidas de casi cuatro millones de euros, incluidos los gastos de amortización. Como ejemplo, en 2010 se subieron 35.673 personas, cuando el plan previsto hablaba de que lo harían casi 200.000. El año anterior la usaron 55.963, cuando las estimaciones esperaban 190.000.
El grupo de la nieve reclamó parte del déficit al Ayuntamiento, pero el entonces gobierno socialista municipal decidió no apostar por el proyecto, y no destinar ni un euro al déficit de esta infraestructura. Así, el contrato de explotación se rompió, y Aramón obtuvo inmediatamente el permiso para desmantelar y reubicar la telecabina en otro lugar.
Sin embargo, la estructura se quedó varada entre una margen y la otra del Ebro. Mientras Aramón sopesaba qué hacer, la telecabina se convertía en un elemento de la ciudad puramente decorativo. El 4 de mayo de 2015 se comenzaron a descolgar las cabinas de los cables, para almacenarlas en los extremos.