Poesía de juan r. jiménez al cruzar el portalet

ANOCHECER EN LOS PIRINEOS

La tormenta está encima. ¡Qué tarde! Se ha perdido
la noción de las cosas. Un relámpago. Un trueno…
Las montañas retumban; y las blancas farolas
mojan, bajo la lluvia, su tedio amarillento.

¡Otra estación! El cielo va a deshacerse en agua.
Y, desde el diván gris, tras los cristales ciegos,
se ven praderas vagas y pueblos diminutos
que tienen una torre y un verde cementerio.

¡Laruns! ¡Al fin! La puertas con cruces de cal, muestran
humedos interiores en sombra y en silencio;
y en el landó forrado de viejo raso malva,
el corazón, saltón, va preparando un beso.

NOSTALGIA DE DOMINGO

Al entrar en España va cayendo la tarde…
En los picos el sol se eleva lentamente.
-El sol se abre-. Y los picos de pizarra
se quedan en el foro de los pueblos franceses.

La torre de Sallent repica allí en el fondo.
-Es domingo-. La brisa juega en las peñas verdes.
El ocaso es más puro cada vez. Huele el sur
más. Es más claro el ondear de las mieses.

Por los campos en flor, en una paz de idilio
muge, echadas, mansas vacas rosas de leche.
El habla del zagal nos toca el corazón.
La patria va alejando, maternal, a la muerte…

Ventura, soledad, silencio. Las esquilas
llenan, cual las estrellas del cielo, el campo alegre.
Silencio, soledad, ventura. El agua, en todo,
canta, entre el descendente reír de los cascabeles.

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