Los valles pirenaicos recogen gran parte de sus beneficios económicos gracias a la temporada de nieve. Las estaciones de esquí, en primer lugar, pero de manera indirecta todos los establecimientos, hoteles y empresas turísticas han sufrido este año la tardía llegada de la nieve en gran parte del Pirineo oscense. En todo su conjunto, la ocupación hotelera en el mes de diciembre de 2018 descendió un 14,4 % con respecto al año anterior.
Como ejemplo, la estación de Candanchú no abrió sus pistas hasta el 11 de enero, por ello, en la Jacetania la temporada «empezó prácticamente el fin de semana pasado, cuando otros años ya nos encontrábamos casi en la recta final», apunta Fernando Sánchez, alcalde de Canfranc. La localidad se encuentra a tan solo 10 kilómetros de Candanchú y a 13 de Astún. Por este motivo, la «dura» temporada de este año les trajo consecuencias importantes, tal y como señala el alcalde. «Muchas personas del pueblo trabajan vinculadas al sector de la nieve por lo que hasta bien entrado el mes de enero se encontraban sin empleo».
Desde el Ayuntamiento de la localidad crearon una brigada de invierno en Navidad para mitigar los efectos de la falta de nieve. Las tareas, que se alargaron un mes hasta enero, se crearon para que todas esas personas pudieran trabajar hasta que se activara la temporada de esquí.
En esta comarca, todos coinciden en que la temporada prácticamente empezó hace dos fines de semana. Desde entonces, la gran afluencia de visitantes, ha permitido la reactivación del turismo. Sin embargo, «todo lo que se ha perdido, ya no se va a recuperar este año», indica Miguel Sánchez, director de explotación de Inturmark, gestora del Gran Hotel y el Hotel Oroel en Jaca, quien califica como «desastroso» el mes de enero, cuando la ocupación se situó al 50 % con respecto al año pasado. Desde las inmobiliarias de la capital comarcal coinciden en esta valoración, ya que, al no haber nieve en las pistas, tampoco acuden visitantes a Jaca. Jesús Sánchez, responsable de Jacetania 2000, explica que muchas de las viviendas que alquilaron para toda la temporada (del 1 de diciembre al 1 de abril) estuvieron vacías durante el primer mes. «Normalmente, el puente y la Navidad suponen en torno al 50 % de la campaña de nieve, pero este año la cifra está muy lejos», subraya.
La temporada parecía que iba a comenzar bien debido a las nevadas de noviembre y, por ello, muchos turistas alquilaron apartamentos al mismo nivel que otros años, pero diciembre fue un mes «malo» y enero, «tranquilo», explican desde la agencia inmobiliaria.
Por otra parte, la nieve llegó «toda de golpe» y, durante esa semana, el mal tiempo impidió a los esquiadores disfrutar de las pistas. «La gente tenía muchas ganas de esquiar y por eso desde hace dos fines de semana están siendo muy buenos días con una gran afluencia», señala Sánchez.
La valoración más positiva la realizan desde la comarca de la Ribagorza, donde el inicio del mes de diciembre marcó el comienzo de la temporada de nieve y Cerler se convirtió en la única estación aragonesa abierta. «Para el puente de la Constitución, la única opción para poder esquiar en Aragón era Cerler, lo que hizo que tuviéramos un mes de diciembre redondo», apunta el alcalde de Benasque, José Ignacio Abadías, quien destaca la «extraordinaria» calidad de la nieve en las pistas. «Esto nos benefició mucho, aunque la inexistencia de nieve natural también se nota. En el momento en que cae nieve, las reservas se multiplican», matiza María Gil, responsable de comunicación del Sommos Hotel Aneto en Benasque, quien valora positivamente la primera parte de la temporada. Con respecto al mes de febrero, la ocupación ya roza el 75%. Así mismo, el alcalde confirma la presencia de muchos turistas en la localidad en estas fechas. Debido a las nevadas y al buen tiempo, se espera una gran afluencia de visitantes en las comarcas altoaragonesas hasta el final de temporada. A su vez, la Semana Santa llega este año muy tarde (a mitad de abril), por lo que todos los sectores coinciden y esperan alargarla hasta entonces.