29/09/2019
Sin embargo, no se habla tanto de los impactos sobre nuestras montañas, y en particular sobre la industria de la nieve. El informe Cambio Climático en el Pirineo, promovido por la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, prevé que, de aquí a mediados de siglo, el Pirineo Central perderá el 50% de su nieve, en cotas de 1.800 metros; mientras que por debajo será del 80%. Por otro lado, el Observatorio Pirenaico de Cambio Climático avisa de que, dentro del contexto mundial de reducción de masas polares y paquetes niveles, el Pirineo es una zona particularmente sensible. De hecho, durante el último medio siglo la temperatura media en nuestra montaña ha subido un 30% más que la media mundial.
Como consecuencia de todo ello, en temporada de esquí, hemos pasado del 5% de días con insuficiente nieve al 70%, en pistas de cota baja; y del 4% al 20% en cotas altas. Además, la creciente variabilidad climática conlleva, con cierta frecuencia, nevadas masivas seguidas de altas temperaturas que funden la nieve en pocos días.
Nieve artificial
Estos problemas se combaten, en parte, con la cada vez más costosa nieve artificial; pero, en la medida que el problema de fondo son las crecientes temperaturas, y no sólo la falta de precipitaciones o su creciente irregularidad, esa solución será cada vez más ineficaz e ineficiente.
Aramon, como es bien sabido, con una participación al 50% de la DGA y de Ibercaja, fue creado en 2002. Aunque el objetivo parecía loable –fomentar el esquí como motor de desarrollo en territorios de montaña– algunos nos atrevimos a plantear, desde el ámbito de la ciencia y del movimiento ecologista, la necesidad de ser prudentes y tener en cuenta el cambio climático.
En un principio fuimos ignorados y posteriormente calificados como enemigos del progreso. A menudo pienso, cuánto me habría gustado equivocarme, o haber tenido menos razón de la que nos está dando el clima últimamente
Por entonces, además, Ibercaja era una caja de ahorros, sobre la que los gobiernos ejercían una poderosa influencia. Hoy, Ibercaja ya no es una caja sino un banco. Si a ello añadimos las perspectivas de la nueva crisis económica que se perfila, probablemente más dura y profunda que la pasada, sería bueno reflexionar sobre qué debería hacer la DGA con el dinero de todos en lo que a Aramon y sus proyectos de ampliación de pistas de esquí se refiere. Desde luego Ibercaja no meterá ni un euro, sino que, por el contrario está en plena operación huida, intentando vender ese 50% que tiene en Aramon. Pero probablemente, sí esté interesada en que la DGA vuelva a meter dinero de todos, si no para reflotar un negocio que anuncia ruina inexorable, si al menos para recuperar, en ese proceso de retirada, lo más que pueda de sus inversiones fallidas.
Castanesa
Me da la impresión de que eso es lo que está pasando con el proyecto de pistas de esquí de Castanesa reanimado de forma inesperada, a pesar de haber desaparecido del programa de gobierno consensuado por el cuatripartito que rige la DGA. Un ostentoso proyecto, que llegó a presupuestarse en 400 millones de euros, con edificios del famoso Foster, al que por cierto se pagaron, a lo tonto, 4,5 millones de euros. Luego, el proyecto ha reducido el presupuesto quedando en la friolera de 200 millones. Como puede imaginarse, la pretendida viabilidad de semejante aventura se apoyaba y se apoya en una desmedida operación inmobiliaria, que llevó a comprar terrenos, por valor de 22 millones, a 240.000 euros la hectárea, bajo el compromiso previo de recalificarlos en el correspondiente Plan Urbanístico, para construir unas 5.000 viviendas, de las que 2.500 quedarían en terrenos de Aramon. Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón tiró abajo el Plan. Recurrido el fallo, fue el Supremo quien definitivamente lo invalidó.
En 2010 se aprobó la correspondiente Declaración de Impacto Ambiental (DIA). Como en 2012 caducaba sin haber iniciado obras, se prorrogó hasta 2014; y en 2014 hasta 2020, con todos los agravantes de opacidad imaginables y sin tomar en cuenta los impactos del cambio climático sobre la nieve de cara al futuro.
¿No sería razonable que la DGA atendiera la demanda de revisar, cuando menos, la DIA tomando en consideración las previsiones antes explicadas del cambio climático? ¿No sería razonable que, en la antesala de la crisis económica que se anuncia, la DGA hiciera una valoración del riesgo que supone seguir invirtiendo en ese proyecto, sin tener aprobado Plan Urbanístico alguno, y bajo la perspectiva del nuevo colapso inmobiliario que esa crisis producirá? ¿O debería la DGA gastar el dinero de todos y todas en proteger las espaldas de Ibercaja que, insisto, hoy es un banco privado, en su retirada de Aramon, para que pierda lo menos posible?