Unión de estaciones y grandes dudas

 
Pero el clima está cambiando, no solo porque lo confirman los datos científicos. Cualquiera puede observarlo: periodos de sequía, precipitaciones intensas, olas de calor muy superiores a los datos que se conservan, etc. Todos los episodios extremos que pronostican los científicos de IPCC (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático) se van cumpliendo rigurosamente, y no hay que confundir los picos puntuales, con las tendencias, que marcan progresivamente una pérdida de precipitaciones en el sur de Europa 
En este escenario, cualquier proyecto asociado a determinadas condiciones climáticas resulta una aventura arriesgada. Aun así, el Gobierno de Aragón ha iniciado ya las tramitaciones para llevar a cabo la unión de estaciones de Formigal, Candanchú y Astún, con la intención de declarar el proyecto de interés general para Aragón (PIGA) Esto nos produce una duda: o el Gobierno conoce unos pronósticos absolutamente fiables de lo que serán las precipitaciones de nieve en los próximos veinte años o comete una tremenda irresponsabilidad, tratándose de inversiones con fondos públicos, y después de haber provocado grandes recortes en partidas absolutamente prioritarias.
Pero la unión de las estaciones plantea también otras dudas: ¿Quién está capacitado para hacer una declaración de interés general desde un solo sector, el empresarial, sin haber contado con todos los intereses generales posibles? Porque el análisis medioambiental que se pospone a un segundo plazo del proceso, debería de estar presente desde el inicio, y ser indisociable a esta declaración de PIGA. ¿Qué criterio puede posponer una afección medioambiental severa, a una económica, de carácter especulativo? Estamos ya muy acostumbrados a que esta sea la norma habitual, cuando se abordan proyectos de este tipo.
Por otra parte: ¿se han considerado las opiniones desde el ámbito científico: el Instituto Pirenaico de Ecología, el Comité Científico del Parque Nacional de los Pirineos? Y también el de otras personas, contribuyentes también, que tienen otra visión del conjunto pirenaico que el simplemente rentabilista: excursionistas, montañeros, pirineistas, biólogos geólogos, ornitólogos, y hasta amantes de la naturaleza y que quieren un entorno natural bien conservado. Porque este proyecto empresarial afecta irreversiblemente a zonas como la Canal Roya; una zona muy vulnerable y extraordinaria, un ecosistema alpino único, que debería de ser intocable y casi sagrado por los valores y la riqueza biológica que contiene. Todavía se está pendiente de un PORN (Plan de Ordenación de los Recursos Naturales) para la creación del Parque Natural del Anayet que se había iniciado y del que no se tiene en la actualidad ninguna noticia… 
 
¿Que opinión esperan merecer los aragoneses, después de pasar por alto estas y otras consideraciones, ante los vecinos franceses, (a los que seguramente no se ha informado del proyecto, a pesar de estar lindando con su Parque Nacional, y teniendo en cuenta que se trata de la misma geografía), ante la Unión Europea, que lo va a censurar con toda seguridad, y ante todos los ciudadanos del país?
Un proyecto que pretende ilusamente ser rentable, a pesar de que se trata de unir algunas empresas deficitarias. Puestos a destinar inversiones millonarias, por qué no se aborda la unión de otro tipo de estaciones. Una buena comunicación vía ferrocarril, tan necesaria ahora mismo, que uniera Zaragoza, Canfranc y el sur de Francia. Un ferrocarril Zaragoza Pau, con precios asequibles y más bajo en emisiones de CO2 
Volver a las antiguas prácticas que han producido un auténtico descalabro económico resulta tan pueril como falto de imaginación. En estos momentos sacrificar entorno natural para conseguir beneficios ya no vale, no es admisible a ningún precio. Esto solo se produce por desgracia en países en vías de desarrollo, y constituye un auténtico quebradero de cabeza. Porque los países desarrollados no caen en esa burda tentación, entre otras cosas porque existe una buena legislación medio ambiental.
Ya no podemos permitirnos el lujo de despilfarro ecológico. La pérdida de biodiversidad constituye ya un problema de carácter mundial. Ante un tiempo diferente hay que adoptar otras soluciones, que no pasen desde luego por la destrucción del entorno, sino contando con él, potenciándolo al máximo. 
Por eso no se comprende, por qué cuando surgen propuestas tan razonables, como la de declarar Paisaje Protegido a la zona de Santa Orosia Sobrepuerto se rechazan o se abandonan. 
Tener la Cordillera Pirenaica en tu haber, es algo de un valor incalculable. En este sentido, aumentar las figuras de protección sería dotar de entidad y reconocimiento a los valores ya existentes y al mismo tiempo preservarlos en el futuro. Una forma de aumentar el PIB, atrayendo turismo regularmente, y sobre todo, porque es absolutamente necesario equilibrar las situaciones, cuando se van decantando peligrosamente hacia facetas invasivas. 
No queremos ver la Canal Roya ocupada por maquinaria pesada, arrasando árboles, colocando pilares de hormigón. Porque muchos estaremos decididos a oponernos con energía.

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